mute. sumoa ♡

xiii.

+++

       — ¿Por qué no me dijiste que era tu cumpleaños?

       Moa vió con su único ojo disponible, ya que el otro estaba detrás de una pequeña toalla con hielos y se encogió de hombros.

       La fiesta de cumpleaños era exclusivamente familiar, pero era porque Moa no tenía amigos para invitar, todos se quedaron en Nagoya y no habían podido venir.

       Así que sólo estaban ellas dos, entre los padres de Moa, su abuela y un par de tíos, porque, de nuevo, muchos se quedaron en Nagoya.

       — Ni siquiera te tengo un regalo, Moa. — dijo, pero la otra sólo se encogió de hombros.— No, no hagas eso, a mí me molesta mucho cuando no me traen un regalo en mi cumpleaños, es que... Es una de las pocas ocasiones del año donde te dan un regalo.

       Moa la apuntó y luego movió el dedo negativamente.

       — Bien, yo no me contengo cuando quiero regalarte algo.

       Eso hizo a Moa sonreír, pero hizo una mueca de dolor cuando el gesto tiró la herida del labio.

       Suzuka suspiró, todavía tenía ganas de matar a esas chicas.

       Las había visto salir del baño, carcajeándose, una de ellas la miró, con esa sonrisa egocéntrica.

        "Tu novia te estaba llamando" dijo, para luego hacer una "o" con los labios, burlándose de la mudez de Moa "Oh, cierto" y no escuchó más porque había ido corriendo hacia el lugar.

       Moa se dio cuenta de que debería estar pensando Suzuka, se acercó a ella para apoyar una mano en su hombro, negando con la cabeza para que se olvide.

       Suzuka alzó la vista hacia ella.

       Moa era una chica muy dulce, demasiado cálida para un mundo tan frío, con personas que querían apagar ese calor, ese brillo en los ojos y que planeaban amargarla.

       Suzuka temía que desgraciadamente, habían enfriado bastante la personalidad de la chica, aunque con ella no era así, en cuanto Moa volvía a estar sola parecía apagarse.

       Y no lo merecía, no merecía nada de eso.

       — Moa, creo que deberías cambiarte de escuela. — dijo.

       Las palabras hicieron que las cejas de Moa se alzaran, abriendo los ojos con lo que parecía miedo, comenzó a negar efusivamente, haciendo señas con su única mano disponible.

        Suzuka intentó tranquilizarla, tomando su mano entre las suyas, conteniéndola.

        — Tranquila, shhh... Yo me cambiaré de escuela también. — dijo.— Estaremos juntas, seguiremos juntas.