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       Ambas eran nuevas, empezando nuevo año, nueva escuela, un intento de nueva vida, aunque a ninguna le emocionaba demasiado.

       Con una de catorce años y otra de casi dieciséis por haber repetido un año, la diferencia de edad parecía reforzada por su apariencia física, siendo la menor más bajita y con apariencia más esponjosa, mientras que la mayor era mucho más delgada y alta.

       La más alta miró con desinterés el pasillo vacío, y con un poco más de atención a la chica parada a un metro de ella.

       Abultadas mejillas, cabello oscuro, mirada enterrada en el lustroso suelo de la escuela.

       Ambas esperaban a que el director llegara para presentarlas a sus nuevos compañeros, y llevaban haciendo eso desde hacía unos quince minutos, en los cuales no habían dicho una sola palabra a la otra.

       Nakamoto Suzuka no era famosa por ser sociable, y menos por dar el primer paso en una conversación, pero al ver que su compañera tampoco avanzaría, decidió hacerlo ella.

       — Hola. — Comenzó, extendió una mano a la chica, quien cambió su mirada del suelo a esta, sacando con lentitud su mano de su bolsillo, tomándola sin hacer fuerza.— Soy Nakamoto Suzuka. —Se presentó, estrechando la adorablemente pequeña mano de la otra.

       La chica sólo alzó el rostro, la miró y estiró un poco sus labios en una sonrisa casi penosa, pero dejó ver unos lindos dimples que enmarcaron sus aún más lindos ojitos.

        — ¿Cómo te llamas? —Preguntó Suzuka, al ver que la chica no había respondido.

       ¿Es que era muy tímida para hablar?

        La chica abrió la boca un poco pero no dijo nada, soltó la mano de Suzuka bruscamente para llevársela a su cabeza y acomodar sus cabellos de forma nerviosa.

       Luego, para su confusión, ella alzó la mano, hizo un gesto con su mano, luego comenzó a alzar sus deditos, siempre volviendo a hacer un puño antes de hacer el próximo gesto.

       Suzuka no entendió que hacía, pero sólo pudo mirar lo suave y algo rellena manito de su compañera.

       En cuanto terminó, la chica dejó caer su mano al costado de su cuerpo, mirando a la otra con las mejillas algo ruborizadas.

       — ¿Qué? —Preguntó Suzuka, y la otra chica suspiró pesadamente.

       — Bienvenidas, chicas. —Una voz amable las hizo mirar al hombre de traje y sonrisa se acercó a ellas.— Lamento hacerlas esperar tanto tiempo. —Miró a las dos de forma paternal.— Soy el director Kobayashi Key, sé de ustedes, pero refrésquenme la memoria. —Miró a Suzuka.— ¿Tu nombre?

       — Nakamoto Suzuka. —dijo, sin ganas.

       — Oh, sí, de Hiroshima, sí, ya recuerdo. —Le sonrió, y miró a la otra a su lado.— Y tú eres Kikuchi Moa, de ti sí me acuerdo. —Sonrió con ternura.— Bien, ¿Listas, señoritas? —Colocó una mano en un hombro de cada una, aunque sólo por un segundo, para tocar la puerta del salón y entrar sin esperar respuesta.

       La clase hizo silencio para ver con ojos curioso a las dos nuevas alumnas.

       El director saludó a la profesora para luego mirar a los alumnos.

       — Chicos, chicas... Les traigo dos nuevas compañeras. —Apoyó una mano en el hombro de la mayor.— Ella es Nakamoto Suzuka, viene desde Hiroshima, es un poco más grande que ustedes, pero no la traten como una vieja, van a ver que es tan joven como ustedes.

       Esa presentación ridícula hizo que Suzuka rodara los ojos.

       El director soltó su hombro para centrar a los demás de la otra a su lado.

       — Ella es Kikuchi Moa. —dijo.— viene desde Nagoya, y quiero que todos la traten muy bien, cualquier cosa que le hagan se las verán conmigo, y mi oficina. —Su rostro se había puesto serio con esas palabras.— Moa es muda.





mute. sumoa ♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora