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       Cuando los padres de Moa salieron del consultorio, el señor Kikuchi estaba más serio de lo normal, y la señora Kikuchi parecía congestionada, con la nariz rojiza y los ojos hinchados.

       Suzuka quiso preguntar qué pasaba, pero se mordió el labio, parecía un tema que debería hablar con la señora Kikuchi en privado.

       — Niñas, ¿Se trajeron la ropa que les pedí? —Habló la mujer, su voz sonaba algo rota.

       Moa asintió, al mismo tiempo que Suzuka, respondía con un bajo "Sí".

       — Creo que nos quedaremos unos días. —Habló la mujer.— Ahora el doctor me dió unas órdenes para unos exámenes, iremos por unos estudios de sangre ahora, ¿Sí?

       Suzuka volvió a responder con el mismo "Sí", aunque Moa ya no parecía querer decir nada.

       El señor Kikuchi arrancó el auto, andando con tranquilidad por la calle.

       La señora Kikuchi sonó su nariz con fuerza.

       — Suzu. —Habló la mujer.

       La pelinegra hizo un sonido afirmativo.

       — ¿Recuerdas lo que te pedí hace un año?

       La chica tardó un momento en recordar.

       Hacía casi un año, cuando también había acompañado a los Kikuchi a los estudios, y la mujer le había pedido estar junto a Moa sin importar que pasara.

       Un poco asustada, Suzuka asintió, la mujer vió el gesto por el espejo.

       — Te pido lo mismo esta vez. —dijo.



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