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       Al día siguiente, la señora Kikuchi las despertó temprano para que prepararan sus cosas rápido, ya que irían a ver al médico de Moa a Nagoya.

       Había conseguido turno ese mismo día debido al sorpresivo regreso de su voz, y debía revisarla urgentemente.

       La idea era ir y volver el mismo día, pero, por si acaso, debían llevar una muda de ropa por si se les hacía muy tarde.

       Suzuka se encargó de guardar la ropa de ambas, mientras Moa se vestía, aún algo adormecida, la pelinegra pudo notar su nerviosismo.

       Suzuka enganchó la mochila de un lado a su hombro, se sentó junto a Moa, tomando su mano para que la castaña la mirara.

       — ¿Estás bien? —Preguntó con suavidad.

       Moa asintió automáticamente, pero no convenció del todo a su novia.

       Suzuka pasó un brazo sobre los hombros de la chica, abrazándola.

       — Estoy contigo, no te preocupes. —Habló cerca de su oído.— Ven, desayunemos.

       Bajaron las escaleras juntas, incluso cuando estaban tomando su café, por parte de Suzuka, y su chocolatada fría, por parte de Moa, la pelinegra no dejó de sostener su mano.

       Ya en el auto, compartieron auriculares, Moa se acomodó sobre su hombro con intenciones de seguir durmiendo, nadie se lo impidió.




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