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       Pasaron los minutos y Moa seguía sin poder dejar de llorar, ignoraba las palabras de Suzuka que intentaban calmarla.

       La pelinegra comenzaba a preocuparse un poco.

       — Vamos a lavarnos, Moa-Chan. —dijo, antes de cargarla, con los brazos de la otra rodeando su cuello y las piernas abrazando su cintura.

       El baño era amplio, con una ducha especial para Yui, y una silla de plástico donde ella se sentaba para no dañar la silla en la que se movía; y que Suzuka usó para sentar a Moa.

       Bañó el cuerpo de su novia primero, sus sollozos se habían calmado pero seguía dejando fluir lágrimas.

       Al terminar la miró dedicándole una pequeña sonrisa.

       — ¿Estás bien?

       Moa asintió, murmurando, no lo había dejado de hacer desde que habían acabado, Suzuka comenzaba a fastidiarse con eso, pero no podía culparla, así que no dijo nada.

       — Me ducharé rápido y saldré. ¿Quieres ir al cuarto y vestirte?

       Moa volvió a asentir. Suzuka dejó un beso en su frente antes de que se levantara, saliendo del baño.

       Cuando terminó la ducha, se sorprendió al ver que Moa, además de hacer lo que le había dicho, había ordenado toda la ropa que habían tirado y había sacado las sábanas manchadas.

       — Hay que decirle a los demás. —dijo Suzuka, ya vestida, refiriéndose a la ya no-mudez de Moa.

       Tomadas de las manos, salieron de la cabaña, con intención de ir hacia el comedor, o a donde vieran gente.

       Quizás para su desgracia, la primera persona que encontraron fue Riho, quien se había quedado esperando en el comedor, mirando la ventana hacia las cabañas, a que ambas chicas terminaran, y al verlas salir había ido corriendo hacia ellas.

       — ¡Mierda, Suzuka! ¿Qué eres un vampiro? —Habló, aún a unos metros de distancia, podía distinguir las marcas en el cuello de Moa, sobresaliendo del cuello de su remera.

       Parecía que iba a decir algo más, pero frunció el ceño al ver los ojos enrojecidos por el llanto de Moa, y sólo le tomó unos segundos más en captar los murmullos que la castaña decía.

       — ¡Moaaa-Chaaann! —Gritó con felicidad, abrazando a la chica.— ¿Qué pasó? ¿Puedes hablar? ¿Puedes decir Riho? ¿Ri-ho?

       — Ri-ho.

      Moa rió. Por primera vez, para pedido de ambas, una risa dulce y tierna, llena de felicidad.

       — Oh, Suzuka, no llores, marica.

       — Tú también estás llorando, marica.



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 A Little aclaración: Todo lo que dice Moa sigue estando en cursiva (esta letrita) porque no puede pronunciar bien los sonidos (imaginen que habla con una niña pequeña)

mute. sumoa ♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora