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       Moa fue hacia el baño, pegó la oreja a la puerta, al no escuchar nada, golpeó dos veces.

       — Ya... Ya salgo. —Habló Mikiko, su voz sonaba como si estuviera congestionada, aunque era sólo por el llanto.

       Moa mordió su labio con fuerza, sintiéndose mal por su directora.

       Recordó como la había ayudado semanas atrás, y quería hacer lo mismo por ella, hacerla sentir tranquila como había hecho con ella.

       — ¿Mikiko? —Habló.

       La mayor tardó un momento en entender su nombre en el añiñado acento de la chica, y como abrió un poco de más sus ojitos al notar sus ojos aún brillantes y las mejillas enrojecidas por llorar.

       — Moa-Chan, lo siento, ¿Querías pasar?

       La chica negó, sentía un nudo en la garganta, así que aclaró su voz, mientras la señalaba.

       — ¿Bien?

       Mikiko sintió ternura por la preocupación de la chica.

       Rió un poco, aunque sonó bastante forzada.

       Revolvió los cabellos de la chica, para luego rodear sus hombros, yendo hacia la escalera para volver a la sala.

       — No voy a mentirte, Moa-Chan, no me siento bien, pero estamos acá para celebrarte, olvídate de esto, así que no te sientas mal por mí y piensa en sentirte bien por ti.

       Moa sintió que la mayor estaba rechazando su ayuda, pero decidió no decir nada, y le hizo caso.

       Durante la cena, la señora kikuchi había traído cervezas, y las únicas que se negaron fueron Yui y Moa.

       Al final, cuando se fueron, Moa y Suzuka fueron hasta el cuarto que compartían, acurrucándose junto a la otra en la cama que también compartían, el sueño no tardó en ganarles.




mute. sumoa ♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora