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Observé mi reflejo a través del espejo por última vez, el tiempo dedicado a escoger el atuendo que llevaba puesto había valido la pena

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Observé mi reflejo a través del espejo por última vez, el tiempo dedicado a escoger el atuendo que llevaba puesto había valido la pena. Se trataba de un conjunto de dos piezas de color negro que consistía en un crop top simple de tirantes finos y una falda ajustada hasta un poco arriba de la rodilla con abertura en la pierna izquierda, como complemento un Blazer oversized simple de solapas también en color negro y por supuesto unos zapatos de tacón de aguja un tanto grueso de material de cuero color negro, estilo sandalias romanas con cordones delgados que entrelacé alrededor de mi pierna baja. De accesorios Llevaba alrededor de mi cuello una cadena forzada de eslabones largos de oro y otra cadena forzada más delgada de eslabones un poco más cuadrados, también llevaba mi bolso Prada de piel Saffiano Re-Edition 2005 de correa de cadena y el logotipo triangular de metal en relieve.

Todo quedaba perfecto junto con mi maquillaje natural y mi cabello suelto, más lacio que de costumbre gracias a la ayuda de la alisadora de cabello.

Esbocé una sonrisa de satisfacción ante mi reflejo, aunque se escuchara algo narcisista de mi parte, realmente lucia hermosa o cómo Joy diría, apeteciblemente cogible.

¿Quién lo diría? Me había arreglado de tal manera para seducir al odioso de Saith Zegneth, si alguien me lo hubiese dicho meses atrás seguramente pensaría que estaba mal de la cabeza.

Tal vez yo era la que estaba mal de la cabeza.

El Uber me aviso que ya se encontraba frente al edificio sacándome de mis pensamientos, revisé que todo lo que necesitaba estuviera en mi bolso y tras cerciorarme que todo estaba ahí, un último vistazo al espejo y salí de mi departamento.

El vehículo se estacionó frente al imponente edificio, El One57, un rascacielos que presumía con orgullo sus 90 pisos de altura, uno de los más altos de la ciudad que en su interior desbordaba de lujos y excentricidades al igual que sus billonario...

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El vehículo se estacionó frente al imponente edificio, El One57, un rascacielos que presumía con orgullo sus 90 pisos de altura, uno de los más altos de la ciudad que en su interior desbordaba de lujos y excentricidades al igual que sus billonarios inquilinos.

El humilde hogar de Saith Zegneth.

Dude unos segundos si seguir con aquella locura o no, pero la verdad me importaba muy poco la razón a estás alturas.

Negocios entre las sábanas©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora