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Pasaban las 4 de la tarde

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Pasaban las 4 de la tarde. La pantalla de mi nueva laptop lucia tal cual pizarra de hechos de esos de los detectives u policías con toda la información reunida. Después de una larga tarde de trabajo por fin tenía todo listo y perfectamente calculado, ahora solo estaba a la espera que el pez picara el anzuelo.

Mi teléfono celular sonó, de inmediato lo tomé esperando que fuera mi pez, pero no, era Cohen quien me llamaba. Dudé si tomar la llamada o no, pero al final terminé contestando.

― Hola, Cohen ― Mi tono de voz era frio.

Hola Princesa, lo siento por no llamar antes, pero he estado muy ocupado este día ― Rodé mis ojos.

― Como siempre ― Dije sarcástica, la verdad ya estaba harta de tanta excusa barata.

De verdad lo siento, pero para compensarlo ¿Qué te parece si te llevo a cenar esta noche?

― Lo siento, estoy ocupada ― No era venganza, estaba a la espera de un asunto más importante, pero se sentía bien darle un poco de su propia medicina.

Princesa... ― Al parecer él también pensaba que era una clase de venganza ― Sé que no he sido el mejor estos últimos días y aún nos falta hablar sobre la discusión del día de tu regreso, por favor déjame compensarte esta noche

― No puedo, lo siento, estoy a la espera de una llamada de mis padres ― Mentí ― Discutimos nuestra relación luego, adiós

Sin decir nada más colgué de inmediato. No era ninguna tonta, Cohen algo escondía y la verdad que yo tampoco había sido del todo santa, hasta estaba esperando la llamada de la persona con quien le había sido infiel, así que no tenía caso seguir con esta relación, ya luego arreglaría ese asunto, pero primero debía atrapar ese pez fastidioso.

Dejé el teléfono celular a un lado y seguí repasando la información que tenía en mi laptop, no paso mucho tiempo cuando volvió a sonar, lo tomé con rapidez y verifiqué que decía número desconocido. ¡Había picado!

― ¿Hola? ― Contesté la llamada.

Hola, cenicienta ― Su voz medio ronca hizo que mi piel se erizara trayendo a mi mente vagos recuerdos de esa misma voz medio ronca susurrando mi nombre envolviéndome en un tinte de éxtasis total. Mierda. ¿Cómo era posible que con solo su voz mi cuerpo se activaba? ― ¿Me extrañaste?

― En tus sueños, príncipe ladrón ― Su risa burlona se escuchó al otro lado de la línea. ― Al parecer tu sí, porque no ha pasado mucho tiempo desde que deje mi recado

La verdad es que me intrigaba más el tipo de propuesta que tienes para mí ― confesó ― Así que soy todo oídos

― Primero lo mejor es acordar un lugar para vernos, esto tiene que ser en persona

Me gusta para donde está yendo esto ― Dijo con su voz coqueta. Estúpido.

― Está muy lejos de lo que te imaginas, pero te aseguro que te interesará ― Debido a su expresión en la conversación con su padre, lo sabía muy bien. ― Así que dime el lugar, de preferencia público, el día y la hora para hacerte un espacio en mi ocupada agenda ― Antes muerta que desesperada. Él soltó una risita.

Negocios entre las sábanas©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora