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El sonido desesperante de la alarma de mi teléfono celular logro despertarme

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El sonido desesperante de la alarma de mi teléfono celular logro despertarme. Con un gran bostezo lentamente abrí mis ojos. Luego del pequeño lapso de tiempo mirando hacia el infinito con la mente en blanco comencé a estirar mi cuerpo entumecido y justo en esos momentos imágenes calientes inundaron mi mente.

Gemía sin control a causa de las profundas e intensas embestidas de Saith. Mis piernas enredadas en su cintura y mis manos en su espalda enterrando mis uñas en ella.

― Déjate venir conmigo bebé ― Susurro roncamente en mi oído para después dar un leve mordisco en el lóbulo de mi oreja.

Joder. ¿Eso había sido un sueño o había sido real? No estaba muy segura, dado que no parecía que alguien hubiera entrado a mí habitación además mí pijama la llevaba puesta. Así que si, lo más probable es que no era más que un sueño húmedo creado por la estúpida necesidad del idiota de Saith. Mi problema era verdaderamente serio.

La fastidiosa alarma seguía sonando sacándome de mis pensamientos. Tome mi teléfono, la detuve y visualicé la hora.

― Mierda... ― Eran las 5:10 de la mañana y a las 5:30 despegaba mi avión. Joder iba tardísimo.

Prácticamente salte de la cama, me di una ducha rápida de menos de dos minutos, me vestí con la ropa que saque de la maleta para también empacar mi pijama sucia, tome mis cosas y salí de la casa sin despedirme de nadie dado que todos supongo dormían. El Uber que había llamado luego de salir de la ducha ya se encontraba ahí, me subí al auto y casi inmediatamente el conductor arranco con rumbo al aeropuerto.

Al llegar a mi destino desafortunadamente y obviamente, mi vuelo había partido, pero logre tomar el siguiente vuelo que salía a las 6:05 de la mañana. Hice todos los papeleos y registros necesarios, ya por fin aborde mi vuelo sin escala hacia Nueva York.

Fue un vuelo tranquilo en el que la mayoría del tiempo dormí plácidamente, por alguna razón me sentía exhausta, suponía por el agitado sueño que había tenido, pero gracias al cielo ya todo había acabado, no tendría que ver a Saith por un buen tiempo, al menos que me lo encontrara por la ciudad algo poco probable gracias a que estamos hablando de la gran manzana. Lo mejor era olvidar ese fin de semana lo más pronto posible.

Tras 5 horas y un par de minutos por fin el avión aterrizó en el Aeropuerto Internacional John F. Kennedy. Después de recoger mi equipaje y todo lo demás, salí de la zona de embarque hacia la zona en donde se reciben a los pasajeros y fue en ese momento en que mi corazón se paralizo casi por completo.

Ahí estaba él, Cohen Bach, mi novio. Vistiendo un par de Jeans ajustados remarcándole sus bien torneados y gruesos muslos, una camisa manga tres cuartos color negra de algodón igualmente ajustada haciéndolo lucir sus definidos brazos musculosos sin llegar a ser exagerados, sosteniendo un pequeño cartel que se leía "Bienvenida a casa, princesa" y en su mano derecha un ramo de rosas rojas, con una sonrisa plasmada en su rostro con esos labios gruesos que lo caracterizaban robando más de una mirada de algunas chicas que se encontraban alrededor.

Negocios entre las sábanas©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora