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Incontrolables gemidos y profanidades salían de mi boca ante el placer que las profundas e intensas embestidas de Saith me estaban proporcionando

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Incontrolables gemidos y profanidades salían de mi boca ante el placer que las profundas e intensas embestidas de Saith me estaban proporcionando.

Su mano sostenía firme mi pierna derecha que se encontraba alzada apoyada sobre su hombro de forma acrobática mientras que su otra mano acariciaba mis pechos y la deslizaba por mi piel cubierta de una fina capa de sudor.

— Oh Dios —  Gemí más bien grité cuando el movimiento de su pelvis aumentó y su miembro frotaba mi punto G deliciosamente.

— Shhh pensaran que te estoy matando si sigues gritando de esa manera — Dijo soltando una pequeña sexy risa

— No estarían equivocados — Hablé con dificultad entre jadeos compartiendo su risa — Me estás.... Mmh —Las sensaciones eran exquisitas que no me dejaban ni hablar — Matando de placer... Oh si, Mmmmh

— ¿Te gusta? — Su mano descendió a mi clítoris que estimuló con movimientos circulares sin dejar ese intenso vaivén mientras disfrutaba mirando cómo me retorcía de placer

— Maldita sea, si, si, Mmmh si así — Mi cordura se había ido al carajo

Sus embestidas se volvieron descomunales, eso más los movimientos intensos de su mano en mi clítoris, fue suficiente para que alcanzara el éxtasis de manera celestial.

— ¡Ah, Saith! — Grité su nombre al ser sacudida por el intenso orgasmo.

Sólo fue cuestión de segundos para sentirlo explotar en mi interior soltando un grito gutural al alcanzar el orgasmo.

Casi sin fuerzas bajo mi pierna, salió de mí y se dejó caer a mi lado en la cama con el pulso por los cielos y la respiración errática, esperando a que volvieran a la normalidad al igual que yo.

— Eso fue asombroso — Dijo en un suspiro satisfecho en tanto retiraba el segundo condón usado y lo tiraba al cesto de basura con habilidad y puntería de baloncestista mientras una sonrisa de satisfacción pura estaba plasmada en mi rostro.

Pero el instante de serenidad fue interrumpido por el sonido de un teléfono celular que comenzó a sonar anunciando que recibía una llamada.

— ¿Es el tuyo o el mío? — Pregunté tratando de afinar mi oído y averiguar de qué lado venía el sonido del teléfono.

— Seguro no es el mío — Aseguró — Apago mi teléfono cada que nos encontramos de esta manera para que nadie me interrumpa — Habló con evidente fastidio a que ese no fuera mi caso.

Cómo seguían llamando, hice la intención de levantarme y contestar pero Saith me lo impidió tomándome de la cintura arrastrándome hacia él.

Negocios entre las sábanas©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora