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— Si, si, es una producción de al menos 50 mil productos por formula

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— Si, si, es una producción de al menos 50 mil productos por formula

Eran las 4 con ciertos minutos de la tarde y me encontraba haciendo varias llamadas a oficinas de laboratorios que previamente habíamos seleccionado para posibles bases de producción de los productos y la manufacturación de estos. Aunque mi idea inicial era hacer una visita, visualizar el panorama y examinar superficialmente el control de calidad con los productos que los laboratorios ya previamente producían, para así tomar una decisión más acertada, claro, esto ideado desde el punto de mi impulsividad y el punto de no tener paciencia alguna y querer las cosas en el momento, la verdad era que en ningún laboratorio me recibirían sin ninguna cita previa además tampoco podría visitarlas a todas de manera personal de inmediato ya que la mayoría no se encontraban en Nueva York y unas dos que tres estaba al otro lado del mundo, por lo cual debía practicar la paciencia y hacer esas llamadas, platicarles un poco del plan y para que quería los servicios sin contar demasiado, ni revelar identidades, ya que no queríamos que ninguna información se filtrase antes de tan siquiera comenzar a concretar y finalmente de ser posible hacer las citas para hacer las visitas respectivas.

Mientras escuchaba lo que una de las ejecutivas de uno de esos laboratorios tenía para decirme al otro lado del teléfono, giré mi silla que tenía antes girada hacia los ventanales visualizando la panorámica de los rascacielos vecinos y unos cuantos, a lo lejos, ahora hacía el lado del escritorio, con la vista a el espacio de mi oficina y una vista hacia afuera en el pasillo a través del vidrio divisor.

— Me parece exce.... — Pero mi atención fue robada al observar a Saith dirigirse hacia su oficina echando chispas, en su rostro había una expresión de enojo puro y lo confirmé cuando se oyó el portazo proveniente de su oficina, por suerte su puerta no era de vidrio cómo la mía si no seguro de lo contrario ya habría pedazos de vidrios regados por todas partes.

Señorita, ¿Sigue ahí? — Llamó mi atención la mujer al otro lado del teléfono.

— Ah, sí, lo siento — Me disculpe — Le decía, me parece excelente, ¿Será que lo hablamos mejor en las oficinas del laboratorio aquí en Nueva York? ¿Podría agendarme una cita para el día lunes?

Perfecto señorita, a las 3:00 por la tarde hay un espacio, ¿le parece bien?

— Si, maravilloso, eso sería todo, muchas gracias

Muchas gracias a usted, que tenga un feliz resto del día

Muchas gracias, igual — Colgué la llamada sin más.

Anoté en un post it el día, la hora y la dirección de la cita que acababa de agendar, pero mi mente estaba en otra cosa.

¿Qué habría pasado para que Saith estuviera tan cabreado? Sabía que estaba en la reunión con unos clientes ¿Habrá salido algo mal?

La curiosidad me estaba carcomiendo por saber el contexto del enojo de Saith, así que mi parte chismosa actuó por mí.

Me levanté de mi silla, salí de mi oficina y me dirigí hacía la sala común, ya ahí puse a trabajar la cafetera que en cuestión de pocos minutos ya tenía el café hecho, tome dos tazas y serví el café en ellas, las tome y salí con ellas todo el camino hacia la oficina de Saith.

Negocios entre las sábanas©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora