ℕ𝕠𝕔𝕙𝕖𝕤 ℝ𝕠𝕛𝕒𝕤 → KOOKMIN → OMEGAVERSE

« ¡Treintaidós! »

Capítulo 32 - Tu familia y la mía

(Povs Jungkook)

Me vi obligado a despertar antes que Jimin. Yo tenía que asistir a una clase que él podía ignorar debido a su estado médico. La noche anterior nos habíamos dormido sin cenar, luego de que una jodida maravillosa se llevara lo que quedaba de mi energía. Ahora debía correr hasta la universidad, pero no podría hacerlo sin comer al menos un bocado. Tenía demasiada hambre, y mi única esperanza era que Taemin estuviera cerca, para evitar que Minho me arranque los ojos.

Pero Taemin no estaba en la cocina ni en el comedor. Me encontré con Minho ultimando los detalles de su traje militar refinado. El alfa advirtió mi presencia de inmediato, y me miró a los ojos lleno de fastidio. Tal vez follar a Jimin la noche anterior había sido más ruidoso de lo que creí.

— Tienes comida en el refrigerador, pero no hay café - habló, y continuó acomodando el cinturon de su traje. Jamás había visto el uniforme de los militares de primera línea del ejército Nacional. Si Minho lo tenía, era por su gran desempeño  - ¿Por qué me miras?

— No quiero caerte mal, Minho - respondí, dispuesto a tener una charla reconciliadora.

— No me caes mal, Jeon. Si me cayeras mal, luego de lo que hiciste con mi hermano esta madrugada, tendría que matarte.

— Lo siento - tuve genuinas ganas de reír, pero no quería echar todo por la borda.

— No lo sientas. Se oyó magnífico - Taemin apareció con su uniforme militar médico y saludó al alfa con un beso en la mejilla - adiós Minho. Adiós Jeon. Que tengan un magnífico día, casi tan bueno como el de Jimin.

— Maldito niño provocador... ¿No puedes irte y ya?

Minho continuó lustrando sus botas desde el sillón. Algo dentro de mí me decía, que el único modo de saber más sobre él, era siguiendo los consejos pacientes de Jimin.

— ¿Jimin ya te lo ha pedido? - me preguntó de repente.

— ¿Pedirme qué? - fingí no entender, pero en realidad estaba pensando en eso.

— Que nos lleves con el Tridente.

— Sería una fascinante idea.

Nos miramos dudosos por largos segundos, hasta que decidí indagar sobre su vida privada en el Sur.

— ¿Estás en el Ejército esclavista?

— Bueno... lo llaman Ejército Nacional, y si, estoy ahí - me sonrió desafiante - ¿qué piensas de eso?

— Nada. Yo participé de las Noches Rojas, de hecho aún lo hago, así que no puedo juzgarte. Si me preguntas, no aprendí nada... pero tú seguramente hayas podido saber algo más del poder militar del Sur.

— La verdad... no mucho. Los alfas y betas que están allí no obtienen información puntual, solo atacan a los omegas o los reprimen por diversión. ¿Entiendes lo horrible que es eso?

— Simples bastardos...

— Lo único que puedo confirmar es que a los generales de alto rango les regalan omegas de procedencia dudosa. Lo he visto. Son los omegas que no logran ser subastados en las Noches Rojas.

Como Seokjin lo había previsto, todos los omegas corrían el mismo destino, a pesar de no haber sido subastados. La vida en el Sur se basaba en un sistema alfista erguido sobre el piso igualitario de una ley que no se cumplía. Debíamos parar con eso y proteger a los omegas. Amaba a mi madre, a HyeJn y a Jimin,  porque ellos me habían enseñado y hecho más feliz que mi padre, un alfa corrupto y ambicioso. No tenía nada que perder. Tenía que hacerlo por ellos y por mi, porque esos hijos de puta se habían metido con mi familia.