« ¡Diecinueve! »

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Capítulo 19 - Aliéntame

Habitación para celos, mansión Kim

(Povs Jungkook)

Sentí la sangre hervir por mis venas. Mi lobo aulló nervioso al procesar las palabras de Seokjin una y otra vez... pero no había pasado suficiente tiempo, en realidad apenas había divagado por los pasillos de la residencia Kim. Lalisa, mi padre y su enfrentamiento con HyeJin, el dolor de mi madre, la realidad que me golpeaba en el rostro sin oportunidad de escapar. Mi omega me estaba esperando, porque había cometido el error de dejarlo solo en sus últimas horas de celo.

Cuando llegué a la habitación y lo vi acostado en la cama, con un almohadón entre las piernas, con el cuerpo tensionado y varios consoladores a su alrededor, me sentí el peor alfa de la tierra.

— Jimin... - lo llamé, y por debajo de las sábanas de seda vi sus ojos grises opacando el destello de luz nocturna - ven conmigo cachorro...

Se levantó de la cama en silencio, desprendiendo feromonas dulces a cada paso. Se me hizo agua a la boca, como un lobo sediento en medio de una caravana interminable. Jimin era mi salvación, mi punto débil y mi pregunta sin responder. Se acercó a mí con rapidez y elegancia, tomó mi rostro y me besó con devoción, como si su frustración por haber caído en la desesperación del celo, fuese sellada con mis labios. Me mordió, lamió, consumió hasta sentirse saciado... y aunque intenté dejarlo guiar, mi lado más primitivo me obligó a jalarlo por la nunca y profanarlo con mi lengua hasta su lugar más profundo. Su sabor era miel y canela, placer y lujuria, todo junto, sin dejarme otra opción más que darle todo de mi.

— Kook... ha sido difícil para mí. Aún con la experiencia de HyeJin y Seokjin, no pude prevenir las últimas olas de calor. Estoy ardiendo y deshecho, rogando porque me folles y me quites el dolor.

— Mi dulce cachorro... - llevé mis manos hacia su ropa anterior y la hice caer suavemente, mas no toqué su pulóver blanco. Quería joderlo a medio vestir, improvisado y caliente como las llamas del infierno que me rodeaba - eres un cachorro muy bueno y obediente. Déjame complacerte...

Intentó morderme los labios pero me eché hacia atrás. Tomé sus caderas y lo hice voltear, dejándolo apoyado con ambas manos sobre el dosel a un costado de la cama. Apretó los puños en las telas que lo decoraban, y al no sentir mi cuerpo detrás del suyo, empujó su magnífico trasero hacia atrás, buscándome. Su actitud demandante me hizo volver loco, y lo obligué a ser paciente con una fuerte nalgada que lo hizo saltar en su lugar. Separó las piernas y una exquisita línea de lubricante cayó por el interior de sus muslos.

Mi polla se contrajo de dolor varias veces, hasta erguirse plenamente para joder a mi omega y anudarlo al final. Gimió alto, cuando bombeé mi miembro caliente sobre una de sus mejillas, estaba tan ansioso que dudé en poder decir algo antes de penetrarlo.

— Estoy listo, alfa. Me he preparado con consoladores y con mis propios dedos. Fóllame, por favor.

Otra vez sus ruegos se metían en mis neuronas y me volvían un chiquillo improvisado. Metí dos dedos de una vez en su agujero para corroborar la información. Jimin estaba dilatado pero estrecho a medida que me hundía más en él, caliente y húmedo por mi. Todo era  por mí, sus gemidos eran por mi, sus futuros orgasmos también lo serían.

Lo dejé vacío y lo escuché jadear molesto, lamí mis dedos como muestra de lo que vendría y de lo mucho que iba a disfrutar. Entonces, me dejé llevar por la trampa que mi omega había puesto para mí, besando sus omóplatos y luego sus hombros, sin quitar por completo su pullover, gruñendo enojado al juntar mis labios cálidos con el frío del collar anti marcas que aún poseía.

ℕ𝕠𝕔𝕙𝕖𝕤 ℝ𝕠𝕛𝕒𝕤  → KOOKMIN → OMEGAVERSEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora