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POV Alex

A veces me pregunto si la culpa fue mía. Quizás si no hubiera nacido, mi madre no hubiera muerto. Cuando tenía 13 años mi padre me contó que el día en que mamá rompió aguas él se encontraba en el trabajo. Mi madre llamó a un taxi y se dirigió hacia el hospital, y que él se enteró cuando la enfermera le llamó diciendo que su mujer estaba a punto de parir. Mi padre dejó todo lo que estaba haciendo en ese momento, y mientras corría hacia el hospital, gritaba a todo volumen que iba a ser padre. Mi padre estaba muy feliz, hasta el momento en que iba a entrar a la sala de partos, donde estábamos mi madre y yo. Una enfermera paró a mi padre y él, que el único deseo que tenía en ese momento era vernos a las dos, apartó a la enfermera y entró en la sala. Se acercó a mí y me contempló como si fuera la cosita más bonita de todo el universo. Dos enfermeros me cogieron para ponerme una mantita y mi padre se acercó a mamá. Él pensó que a causa del cansancio había cerrado los ojos para descansar. Le dio un gran beso, y al ver que no se movía empezó a preocuparse. Comenzó a agitarla, pero ella no respondía. El doctor se acercó a mí padre y le dio el pésame. Mi padre rompió a llorar y lo único que hacía era abrazar a mamá y esperar que fuera una broma de mal gusto, pero no fue así. La cruda realidad le abofeteó en la cara. Un enfermero me llevaba en brazos cuando mi padre todavía permanecía junto al cuerpo ya sin vida de mi madre. Papá me cogió en brazos y miró mi carita. Yo era tan sólo un bebé, una criatura pura, sin maldad. Y lo único que pudo hacer al verme fue sonreír.

Cuando me contó lo que pasó, yo simplemente eché a llorar. Mi padre me abrazó, se levantó y buscó algo en uno de los armarios. Sacó una caja, la cual parecía vieja, y sacó unas fotos. En las imágenes aparecía una mujer muy guapa, ojos castaños y tez muy blanca. No entendía porque me enseñaba esto, hasta que me dijo que esa mujer era mi madre.

Ahora recuerdo aquel día y no sé por qué me puse así por una mujer a la cual no había llegado a conocer. Cuando lo pensaba, en realidad, yo era el permanente recuerdo doloroso de mi madre. Soy lo que salió de ese profundo amor, el cual acabó en tragedia el día en que yo nací.

Limpié una pequeña lágrima que cayó por mi mejilla y me acurruqué en la cama. Ya debía ser tarde y mañana tenía que madrugar para el primer día en mi nuevo instituto. Los párpados ya pesaban y no tardé mucho en cerrarlos completamente y dormirme.

El despertador sonó emitiendo una música infernal. Me incorporé en la cama, y tan solo para no escucharla me levanté todavía adormilada y caminé lentamente hasta el baño. Me lavé la cara y me miré en el espejo. Me alegraba tener el pelo corto, así no tenía que peinarlo.

La gente siempre piensa que soy un chico y eso... me encanta. Pero a veces pienso que no debería de ser así...una chica... Llevo el pelo muy corto, como un chico y al igual que ellos, me visto con su misma ropa.

Salí del baño y me puse un chándal. Los amaba, son muy cómodos. Y salí de la habitación. Mi padre ya se había ido al trabajo así que no me quedó otra que prepararme yo misma el desayuno.

Mi padre ya me explicó dónde estaba el instituto y dónde debía ir cuando llegara.

Cuando acabé el desayuno cogí mi mochila, la cual contenía un estuche con un par de bolígrafos y una carpeta con hojas. Me la colgué en los hombros y salí de allí. Anduve hasta el insti, que estaba a un par de minutos de mi casa. Entré y fui a conserjería, allí una mujer me indicó la clase dónde tenía que ir y también me dio el horario de clases. Subí a la segunda planta y busqué la clase. Se encontraba al final del todo. La puerta ya estaba cerrada, ya que había llegado unos minutos tarde por coger el horario. Toqué un par de veces la puerta y entré. El profesor me miró con cara extraña, me acerqué a él y le dije que era un nuevo alumno.

ChicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora