Capítulo 8

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Lleno de cariño, ¿qué es esto que siente mi corazón?

———

Odio los sábados.

Sé que no hay clases y que todo es hermoso, pero hay fiestas.

Eso me molesta, me jode y me estresa.

Porque Hanta, sin hacer uso de la democracia en esta casa, simplemente anunció que hoy sería su fiesta y debíamos estar listos para esperar a casi toda la universidad.

Quise lanzarle un tenedor.

—Bueno, al menos avisó —habló Deku, encogiéndose de hombros. Está en el sillón, dibujando, como siempre—. Creo que es... Um... ¿Cómo decirlo? Un... ¿Adicto a las fiestas?

—Es un hijo de puta que no le pregunta nada a los demás —refunfuño, terminando de lavar los platos—. Ni siquiera nos dijo con anticipación, el muy maldito. Ugh.

—Kacchan, no te enfades. Puedes divertirte un rato en la fiesta y luego encerrarte en tu habitación para... ¡Deja de gruñir!

Gruño más fuerte mientras seco mis manos.

Deku suelta un quejido y suspira, dándose por rendido.

La verdad es que en estos tres meses que se ha estado quedando aquí, descubrí que me gusta mucho molestarlo.

Como cuando escribió mal su nombre —de por sí tiene una letra horrible— y leí «Deku» en vez de «Izuku». Se quedó como su nuevo nombre.

En venganza —o placer—, comenzó a llamarme Kacchan.

Es infantil, pero me gusta.

Digo, el apodo. No Deku.

—¿Pudiste recuperar tu tarjeta de crédito? —pregunto, sabiendo que al muy idiota se le perdió la billetera con cédula de identidad, tarjeta de crédito y un poco de dinero.

—Ya solucioné el asunto —asiente—. En una semana la tendré de vuelta, al igual que debo volver a sacar la fotografía de la cédula para poder retirar del banco el dinero que necesito para el apartamento que estoy buscando.

Um.

Apartamento.

Vale, puede que me haya acostumbrado a su presencia aquí.

Como despertar en la mañana con su rostro pacífico apegado a mi pecho o dormir por las noches mientras cuento cada peca de su rostro una y otra vez. También verlo dibujar horas y horas para que después termine borrando todo y hacerlo otra vez.

Acostumbrado a sus reclamos por mis burlas y sus elogios continuos hacia mi persona.

—También iré la próxima semana a ver qué apartamentos se acomoden a mi —dice y suelta una risita—. Va a ser extraño vivir solo después de estar aquí con todos ustedes y sus peleas matutinas por la dulzura del café.

—Entonces no te vayas.

Levanta la vista de su dibujo de golpe, sorprendido y veo que intenta decir algo, pero se detiene a sí mismo, más perplejo.

—Podrías seguir quedándote aquí —murmuró, desviando la mirada—. El rector no se ha enterado de nada y no tendré que sobornar a nadie para que guarde silencio. Además, Eijiro extrañaría mucho a su amigo. Al igual que Denki, porque eres el único que lo soporta cuando hace sus cosas de hippie. Hanta seguro extrañaría tus té de manzanilla luego de que el jodido idiota tenga dolor de estómago. Todos te extrañarían. Mejor te quedas y se arregla el problema.

Y, no lo admitiré nunca, pero también te extrañaría.

—Kacchan... ¿De verdad? ¿Me puedo quedar aquí?

Rain (Katsudeku) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora