Capítulo 10

1K 222 49
                                    

Me gusta esta forma de mirarte. ¿Cambiaron mis ojos, o es que aquello que veo es realmente lo más hermoso?

———

—Esta fue la última jodida fiesta que vas a hacer en esta maldita casa y vas a encontrar a esos hijos de puta que rompieron mi vajilla para obligarlos a pagarme cada estúpido centavo, ¿escuchaste bien? Cada centavo. Y, si en algo aprecias tu inútil vida, los vas a apresurar y los obligaras a pedirme disculpas de rodillas. De ro-di-llas.

—¡SI, LO PROMETO! ¡NO, LO JURO, LO JURO! ¡PERO ALEJA LOS APUNTES DE LA TRITURADORA! ¡APENAS AYER LOGRÉ PASAR TODO EN LIMPIO!

Acerco más el cuaderno sala trituradora y Hanta por fin entiende la seriedad del asunto.

—¡LO JURO POR LA VIRGEN DE LA FIESTA, KATSUKI, SE PIADOSO CON ESTE POBRE HUMANO IMPÍO QUE NO MERECE EXISTIR JUNTO CONTIGO!

Levanto un poco mi mirada del pelinegro para mirar detrás de él, donde Deku aguanta las ganas de reír, al igual que la parejita y la teñida.

Solo por que Deku está mirando no estoy desquitando el enfado que siento con este imbécil.

Esa vajilla fue un regalo de mi madre hace dos años cuando me fui de casa. La había cuidado con tanto fanatismo, y ahora estaba hecha trizas más de la mitad por culpa de personas estúpidas.

—Mapache —llamo, mientras le lanzo el cuaderno de apuntes a Hanta que lo atrapa, llorando de alegría—. Estás encargada de supervisar que este maldito limpie toda la jodida casa él solo. No lo ayudes. ¡Ni ustedes, tórtolos inútiles que no me prestan atención!

—¡A la orden, CapiKatsuki! —grita Mina, soltando una carcajada—. ¿Eso significa que puedo dormir aquí?

—Si.

—¡Genial! Izuku, ¿quieres dormir conmigo en el sofá? Podemos reírnos de Hanta mientras limpia todo y hacer que...

Camino a zancadas hasta donde está Deku y tomo su mano, jalandolo hasta mi. ¿Quién se cree esta perra? Deku tiene que dormir.

En mi cama, específicamente.

—No puede —replico.

—Es gay —farfulla Denki, entrecerrando los ojos en dirección de la chica—. Te lo dije diez veces.

—¿Qué no es obvio que lo hace para molestar a Katsuki? —inquiere Eijiro, suspirando. Se carga a Denki al hombro, ignorando los chillidos de protesta que suelta—. Nosotros nos vamos, antes de que sueltes demasiada información, amor. Ya sabes que Katsuki nos matará si filtramos tales detalles.

—¡¿De qué mierda hablas?!

—Oh, de nada, de nada. Buenas noches, Izu. Mañana hablamos de la residencia.

¿Ah?

—Ehm... Eijiro... —Deku se suelta de mi agarre, a lo que intento no gruñir. ¿Por qué me suelta? ¿No ve que lo protejo de la perra coqueta?—. Kacchan dijo que podía seguir quedándome aquí y... Um... También inscribirme en la universidad... Yo... ¿Eso está bien para ti?

—Amigo, si estás cómodo, no tengo problemas. Además, Hanta y Denki no van a reclamar por tu estadía permanente. ¿Verdad?

—¡Yo no me niego, pero bajame, que no soy un niño!

—A mi no me importa, me caes bien, Izuku. Pero... Calma a esa bestia vengativa, acabará con mi vida antes de que pueda vivirla bien.

Deku sonríe y por instinto yo también. Vale, está feliz. Eso es importante.

Pero claro, la jodida Mina tiene que acabar con la paciencia que no tengo con esa sonrisita ridícula que sé perfectamente que significa.

Entrelazo mi mano con la del ojiverde y con la otra tomo un par de cervezas para después meterme en la habitación junto con él, alejados de los horribles y malditos amigos que tengo.

Los odio.

Ojalá les pase un tren encima.

—Kacchan —Deku se sienta en mi silla giratoria, sonriendo con alegría—. Estoy muy feliz de que no les haya parecido mal quedarme aquí durante más tiempo.

Dejo las dos botellas de cerveza sobre el escritorio, sentándome a orillas de la cama para quedar en enfrente de él.

Si tuviera que pagar para ver ese brillito en sus ojos, lo haría hasta quedar en quiebra.

—Si no querían, los echaba a ellos y te quedas tú —murmuro, destapando una botella y dando un trago grande de cerveza. No es tan fuerte como lo que acostumbro tomar, pero supongo que está bien—. Además, les caes bien. Obviamente dirían que sí.

—Um... —Mira de reojo la otra botella cerrada—. ¿Esa es para mi?

Asiento. —No iba a darte alcohol allí fuera, con perras y zorros al acecho. Aquí no hay ningún peligro si tomas.

Claro que yo jamás sería un peligro para ti... ¿Verdad?

—Pero... Eh... No tengo resistencia al alcohol. Apenas si he probado y fue por accidente.

—Ya sé eso. Por ello, si no quieres, la tomo yo. Para mi suerte, soy el puto dios de la resistencia. Y mañana es día de dormir y dormir...

Deku toma su botella y la abre, casi temeroso. Dejo escapar una risa burlesca, a lo que me reprocha con su mirada.

Cuando acerca la botella a su boca y bebe, de inmediato hace una mueca.

Suelto una carcajada. —Que patético, Deku.

—¡No digas eso! —Se sonroja, recostando su cabeza en el escritorio, encima de su brazo, mirándome con enfado—. Ya no soy patético. Creo...

—Oh, tienes razón. Si puedes superar a tu ridículo ex, ¡Ya no eres patético, eres des-patético!

Vaya, no creí que las tres botellas anteriores de cerveza me hicieran efecto ahora, esperaba unos minutos más, pero ya que.

Ríe, olvidando que hace un momento estaba enfadado. Recuesto también mi cabeza en el escritorio, viendo su sonrisa. Me gusta ese tipo de expresiones en su rostro.

De felicidad.

No mentí cuando dije que ya no era patético.

No lo sigo viendo igual que cuando llegó.

Aunque no sé si lo que cambió fue él o mi manera de mirarlo. Y, ¿quién sabe? Tal vez cambiaron las dos.

 Y, ¿quién sabe? Tal vez cambiaron las dos

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Rain (Katsudeku) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora