Capítulo 13

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¿Qué cambió? Ya no es el que creí conocer.

———

Izuku

Hermosa.

Es fatídicamente hermosa.

Verla de cerca es peor que haberla visto a lo lejos, con su mano entrelazada con la del que fue mi novio, disfrutando de una felicidad a costa de mi roto corazón.

Es demasiado comparada conmigo. Largos cabellos negros, que a pesar de estar atada en una cola alta, llegan más abajo de la cintura. Un rostro de porcelana, mármol, estoy seguro que de alguno debe ser. A pesar de estar escondida dentro de un gran suéter y unos pantalones bastantes anchos, su figura esbelta podría notarse a kilómetros.

Y una sonrisa que adorna con amabilidad sus labios rojizos.

¿Quién vendría siendo yo al lado de ella? Ni siquiera podría decir que algo de mí es mucho más que algo suyo.

Soy patético.

—Gracias —dice, y puedo decir que incluso su voz parece un coro de angeles. Toma lugar entre Mina y Hanta—. No sabía donde sentarme. Desde el traslado de universidad, no conozco a nadie. Lamento haberme sentado aquí sin presentarme. ¡Soy Momo Yaoyorozu! Estudio en la facultad de derecho, es un placer. Soy una amiga cercana de Mina.

Juro que aguanto la respiración mientras mi corazón late desesperado por ser reconocido por ella y que se arme un alboroto. Que me odie. Que me grite.  Que me mire mal. Que haga cualquier cosa que provoque una mala situación.

Sin embargo, no hay el más mínimo cambio en su rostro cuando Mina nos presenta a Kacchan y a mi.

—Ya sabes, ellos están en proceso de eso —añade en un tono pícaro la chica de cabellos rosa, sonriendo—. Aunque, ¡lo negarán porque son idiotas!

—Oh, lo entiendo —sonríe alegre—. Es un placer conocerlos, Katsuki e Izuku. Soy Momo. Pero... eh... ¿hay algún problema? ¿Les incomoda que me siente aquí?

De inmediato abandono mi rostro de sorpresa incomoda para dar paso a una sonrisa, pero Kacchan no lo hace. Aprieta mi mano y deja salir un gruñido.

—Sí. Me jode que tú te sientes aquí.

Puedo sentir la tensión en la mesa.

Y la confusión preocupada de ella.

—Vamos, Katsuki, no seas imbécil —reclama Mina, frunciendo el ceño—. Solo va a estar aquí. Es una amiga.

—Si, Katsubro —alega Eijiro, también confundido—. ¿Por qué estás enfadado?

—Oh, ya lo sé —Denki sonríe con malicia—. ¡Está a la defensiva por Izuku! Seguro piensa que Momo se lo quitará.

Kacchan aprieta más mi mano. Siento ganas de vomitar cuando ella vuelve a hablar.

—¡Oh, no, no, por favor! —niega ella, enrojeciendo—. No pienses eso, tengo novio. Llevamos bastante tiempo juntos y no soy una persona que le sería infiel a quien quiere. ¡Perdóname si te di esa imagen, lo lamento mucho!

Y caigo en cuenta de todo.

Ella no lo sabe.

Ella no sabe nada.

Absolutamente nada.

Antes de que Kacchan pueda decir algo, con su enojo latente, tomo la palabra.

—Tranquila —hablo—. Kacchan y yo no somos nada. Tampoco te preocupes por eso, seguro debes ser demasiado devota a tu pareja como para hacer algo que le incomode. —Me levanto, arrastrando conmigo al rubio enfadado que ahora me mira incrédulo—. ¿Nos disculpan? Ahora volvemos.

Termino saliendo de la cafetería, con él a mi lado. Solo que ahora se suelta y me señala con rabia.

—¿Qué mierda crees que haces? ¡La mataré! ¡Se está haciendo la inocente, es una maldita!

Escondo mi rostro entre mis manos, respirando entrecortadamente.

No lo esperaba.

No de él.

¡Shoto ni siquiera le dijo que tenía pareja antes de meterse con ella!

¡No le informó nada!

¿En qué momento cambió tanto?

La persona que yo conocía jamás habría hecho algo así. Mucho menos a alguien que quiere. ¿Qué pasó?

—¿Deku? Deku, joder.

Doy media vuelta, enfrentandome a su bermellón centelleante en preocupación y enfado.

—Ella no sabe nada —digo, pasando las manos de mi rostro para eliminar todo rastro de alguna lágrima escurridiza—. Se nota demasiado que no tiene idea de quien soy o que pasó entre Shoto y yo.

Espero que me grite algo, como que estoy siendo idiota o cosas así, pero lo único que hace es suspirar y abrazarme.

—No llores, Pequitas. Eres demasiado como para llorar por ella o él. Si crees que ella no sabe nada, está bien. Carajo, por más que quiera ir y decirle un montón de cosas, tal vez gritarle u otra alternativa, eres tú quien decide. Después de todo, no tengo jodido derecho a meterme. Pero no llores. Por favor.

—No voy a llorar, yo no lloro —reclamo en un intento de ignorar que hace unos minutos ya quería sollozar como un niño pequeño—. Solo no le digas nada. Se ve... se ve que ella es feliz. No me gustaría que pasara lo mismo que yo. Duele bastante.

—Vale, mierda. No diré nada. —Se separa, tomando mis hombros con firmeza. Una sonrisa aparece en su rostro—. Aunque no me puedes pedir que quite la cara de amargado, pues tengo que demostrar mi huelga contra ella y el bastardo, ¿va?

Su sonrisa me hace sonreír y termino asintiendo.

—Kacchan, desde hace tiempo que no me decías «Pequitas».

—¿Si? Es que Deku te queda perfecto. Acéptalo.

—No —niego, riendo por lo bajo—. También me gusta el otro.

—Y a mi me gustas tú.

Me paro en seco, atónito.

—¿Ah?

Su rostro enrojece. —¡Q-Que me gusta como me llamas, idiota! ¡Deku idiota! ¡Vamos a comer, tengo hambre! ¡Joder!

¿Qué?

Rain (Katsudeku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora