3.♧

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El fin de semana lo pasé de la casa al trabajo y del trabajo a la casa, los dos días en los que quería simplemente estar acostada y dormida, tuve que levantar mi trasero para trabajar. Sé que necesito el dinero para sobrevivir pero a veces mis ánimos están tan bajos que a duras penas puedo respirar.

El domingo, cuando el medio día llegó y vino mi hora de salida, quise realizar el cambio más drástico que he hecho hasta ahora (aparte de no trabajar en algo relacionado con mi jodida carrera estudiada), me decidí a que era hora de cambiar la rutina habitual, era hora de finalmente pedirle a Joe que si podía extender mi horario de trabajo hasta que la cafetería cerrara. Era lógico que su primera reacción fuera de sorpresa y de verme como si un extraterrestre me hubiera comido el cerebro pero finalmente aceptó mi alocado cambio.

Así que hoy lunes, como una profesional en servir café y regalar sonrisas a clientes que a veces no son tan amables, terminaré mis horas laborales hasta las pinches seis de la tarde. ¡Bien hecho, Valeria!

Para mi "adorable" sorpresa, la compañera que me toca para servir café en la tarde es la detestable de Karen, juro que esa mujer come cebolla o posiblemente bebe poción de "odio hacia el mundo" en las mañanas en lugar de café.

Nath durmió en mi casa todo el fin de semana, dijo que su padre estaba jodiendo mucho con el asunto del premio que ella recibió en su lugar y que las fotografías que le enviaron fueron horrorosas, no eran dignas ni tan poco eran bien vistas para ser de la hija de un diseñador como él. Maldito viejo estúpido, ojalá se diera cuenta la calidad de hija que tiene.

Mientras limpio la mesa junto a la ventana, me estoy dando cuenta que amo aún más el horario de la mañana en la cafetería, los estudiantes y los trabajadores que llegan son tan tranquilos que casi no hay trabajo que hacer, solo es esperar que beban y coman sus desayunos, rogar que no esperen el almuerzo y luego limpiar sus mesas. Es sencillo y cómodo o al menos lo era cuando yo no había abierto mi enorme boca para decir que quería trabajar más.

Una de las ventajas de tener a Nath en mi casa es que he evitado pensar en lo que sentí cuando estuve atrapada entre las garras de la viva imagen de lujuria, la verdad no he tenido tiempo para pensar en él ni en la extraña sensación que tenía cuando se fue y ahora es muy tarde para pensar en todo eso, ya el efecto del encanto pasó factura.

Termino con la mesa y vuelvo a mi sitio tras el mostrador desde donde puedo ver absolutamente todo el local, incluyendo el enorme televisor colgado de la pared que justo en este momento esta presentado una imagen del mismísimo Gabriel Stoker. No sé si es normal que ahora vea a esos locutores como unos envidiosos que solo desean hacer lo mismo que hace Gabriel casi que todas las noches. Una sonrisa bastante tonta se dibuja en mis labios ante el recuerdo de ese momento en el bar, la curiosa sensación que me dio al ver su calmada actitud solo me hizo darme cuenta que en él no hay rastro de miedo o de inseguridad por lo que hace o no.

-Valeria...-mi compañera sujeta mi hombro con delicadeza y me trae de vuelta a la realidad.-llegaron clientes...-esas dos palabras siempre me dan unas fuertes ganas de querer morir.

Quito todo pensamiento de adolescente deprimido o más bien, de deseo de muerte que ha venido a mi cabeza de repente y me paro derecha en mi sitio para esperar a que los clientes se acerquen. Juro que en cuanto trabaje en lo que realmente amo, esta pereza que domina mis sentidos todo el tiempo se va a evaporar.

-No llegaron clientes, llegué yo...-dice una adormilada Nath acercándose a mi lado del mostrador, con unos lentes de sol bastante modernos y muy dignos de ella.-y si no me dan café ahora mismo, haré un maldito desmadre en este sitio...-le doy una mirada de "hazlo ahora" a mi compañera y ella le sirve de inmediato una enorme taza de café.-juro que mataré a mi padre algún día...-se quita los lentes de sol y deja al aire esos hermosos ojos verdes que posee. Juro que esta chica jamás tuvo que haber estudiado diseño, ella nació para ser modelo.-¿cómo amaneciste solecito mío? ¿O debería llamarte...-acuesta el abdomen sobre el mostrador para acercarse aún más a mí y así poder susurrarme.-señora Stoker?...-sabía que había sido un jodido error haberle contado lo de esa noche, algo me lo gritaba en el interior de mi cabeza pero ignoré a esa jodida voz y simplemente le escupí todos los detalles de esa noche.
-Cállate y bebe el café...-digo extendiendo la taza de café frente a ella. Me tira un beso y me arrebata la taza de la mano para bebersela sin soplar ni detenerse para chistar por la quemazón.-te dije que no bebieras ayer pero no me hiciste caso...-me da una mirada de odio y sigue bebiendo hasta que prácticamente se lo acaba todo.
-Hay un ochenta por ciento de probabilidad de que me haya vuelto más joven por beber ayer ¿lo sabías?...-sus escusas para justificar su hábito de beber van cada vez peor.
-Lo único que veo en ese rostro de veintiséis años son unas ojeras que llegarán al suelo si sigues desvelandote así...-me da la taza de café vacía con una cara de depresión y tristeza. A veces creo que bebe de esa forma para olvidar al hombre que le tocó como padre pero ella jamás me lo dirá porque cree que mi odio hacia su padre aumentará. Si supiera que eso es imposible, es que ya mi nivel de odio hacia ese hombre ha superado la línea.
-Odio que tengas razón...-se para derecha en su sitio y se coloca nuevamente los lentes de sol.-debo ir a trabajar...-hasta su voz carga una exagerada carga de tristeza y depresión. Comienza a caminar hacia la puerta, con ese aire de tristeza y pesadez que siempre me activa algo en el corazón.
-Oye...-gira su rostro para mirarme.-si necesitas ayuda, sabes que no dudaré en ir hacia ti...-una sonrisa radiante empieza a dibujarse en sus labios ante eso.
-Te amo, Valeria Rowell...-le mando un beso en el aire y ella sale del local. Es un hecho que si ella me necesita, por más trabajo que tenga en este lugar, iré corriendo.

Tentación Prohibida. ♤ [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora