24.♤

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En este instante en el que su cuerpo esta encima del mío y su calor se mezcla con el mío, me siento su dueña. Sé que es imposible, sé que jamás llegaré a ser la dueña de Gabriel, pero me hace sentir que lo soy por la forma en la que me acaricia por arriba del uniforme.

Sale de mi antes de que llegue a ese punto de placer delicioso y me ayuda a girar sobre la mesa. Ahora estamos frente a frente y puedo ver como comienza a quitarse los botones de la camisa. ¿Acaso quería que lo viera desnudarse?

Una vez que quita su camisa y la tira al suelo, acerca sus manos a los botones de mi uniforme y comienza a quitarlos uno a uno. ¿Por qué no se apura un poco más? Su lentitud me esta volviendo loca.

Cuando finalmente me ha quitado todos, se comienza a acercar lentamente a mi cuerpo, pero el sonido del celular lo detiene de golpe. Maldito teléfono, desearía que desapareciera de una buena vez.

A regañadientes, saca el teléfono de su bolsillo y observa la pantalla por unos segundos antes de alzar la cabeza rápidamente y clavar los ojos en el exterior. Por su mirada furiosa, puedo descifrar quien lo está llamando.

Imito su acción y de inmediato puedo ver quien es la que lo está llamando: su madrastra. El enojo se evapora en el aire en cuanto los ojos de ella se clavan directamente en nuestra dirección.

Él me levanta de un jalón de la mesa y me lleva casi que alzada hacia lo que parece ser un armario. Parece molesto y fastidiado por la situación, pero noto como trata de contenerse cuando me mira directamente a los ojos.

-Me disculpo por esta situación tan bochornosa, le prometo que acabaremos lo que empezamos cuando se vayan...-no puedo evitar sonreír ante eso. Esta prometiendo que tendremos sexo después de que se vayan, que caballeroso.
-Más le vale...-eso le arranca una sonrisa sin humor. La moneda me cae en el cerebro cuando me acuerdo que no llevo mi ropa interior.-no llevo mi ropa interior...-él gira su rostro hacia la mesa y se levanta de un salto para acercarse a ella a zancadas.

Mi pecho pesa como si adentro tuviera una roca enorme, algo que oprime mi carne y golpea mis costillas con furia. Entiendo de inmediato que todo se debe a que en los ojos, en la actitud y como se ha apresurado a esconderme este hombre, este tipo a quien he visto como un roble desde que lo conocí, me ha demostrado que esta aterrado a más no poder. Ahora entiendo el infierno al que se refería.

El teléfono de Gabriel no deja de sonar y segundos después de que él se acerca a la mesa para tomar mi ropa interior del suelo, las dos mujeres entran a la habitación. Su madrastra tiene la filosa mirada en él, pero la desagradable de Sophie observa toda la habitación con atención. ¿Que demonios está buscando?

-¿Se les ofrece algo?...-pregunta él sin el más mínimo interés. Me perturbar como lo observa madrastra, pareciera que se lo quiere comer, pero también que desea atravesarlo de lado a lado.
-Gracias al cielo has aparecido, pensé que el viaje sería en vano...-dice Sophie acercándose aún más a él. No sé en qué momento se ha puesto la camisa, pero gracias al cielo que lo ha hecho o esas dos lo hubieran descubierto.
-¿Que desean?...-dice él mirando a la chica directamente a los ojos. Su mirada se ha ablandado.
-Haremos una cena para celebrar el ascenso de Damián en la empresa de tu padre, una cena a la que quiero que asistas con ella, ya que quiero disculparme por la última vez y que mejor forma que haciéndolo en esa fiesta...-ella le ruega con la mirada para que acceda y él, como un perro fiel con su dueño, accede con un asentimiento de cabeza.
-También deseo que vengas a la ceremonia...-dice su madrastra de repente. Los ojos de Gabriel se clavan en ella de inmediato y puedo sentir desde aquí el desprecio que siente hacia esa mujer.-con ella...-ruego al cielo que Gabriel se niegue a esa propuesta.
-Como desee...-dice él antes de regalarle una ligera sonrisa. Este tipo es algo indescifrable.
-Enviaré la invitación después...-dice Sophie atrayendo la atención de Gabriel nuevamente con una sonrisa radiante en los labios. Chica presumida.-me aseguraré de que se diviertan...-como si eso fuera posible en una fiesta de ricos. La chica gira en su sitio y se pone a caminar hacia la salida.-¿nos vamos?...-esa pregunta va dirigida hacia la madrastra de Gabriel, quien no ha dejado de mirar al hombre frente a ella. Cuando él vuelve a clavar los ojos en ella, pareciera como si estuvieran diciéndose cosas a través de la mirada.
-Adelantate...-le dice la mujer a la chica. Mi sangre se vuelve hielo de golpe en cuanto veo como Sophie cierra la puerta detrás suyo y deja a Gabriel con esta mujer.

Si acaso ella es la mujer a la que Gabriel ama, si esa tipa es a la que él ha declarado la dueña de su cuerpo y posiblemente de su alma, no debió haberlo dejado sólo con esta mujer. Alguien que se ve tan atormentando como Gabriel, debe ser salvado por cualquiera que lo vea, pero parece que los que poseen dinero jamás harán algo por los de su clase, al menos no algo que les dé algún beneficio.

Sé de sobra que jamás conoceré del todo a la gente rica, jamás entenderé sus vidas lujosas ni sus costumbres, pero defender a quien lo necesita, sea rico o pobre, es algo que se hace sin importar el rango. Es más un asunto de humanidad y no de dinero.

-¿A qué debo el...-las palabras de Gabriel son interrumpidas por una cachetada muy fuerte que lo hace retroceder un paso.
-Maldito hijo de puta...-le escupe ella antes de agarrarlo de la camisa con fuerza.-dije que esa rata miserable debía irse o la haría pagar muy caro por tocar lo que me pertenece, pero no me hiciste caso...-sujeta las mejillas de Gabriel con una mano y lo obliga a mirarla. Me he vuelto de piedra.-la estabas haciendo tuya hace un momento ¿cierto?...-su mirada es como la de una psicópata y hace que mi cuerpo se sienta vulnerable.
-Que perturbador es ver la desesperación impregnada en el rostro de una mujer que siempre muestra seguridad...-él sujeta la muñeca de ella con fuerza y se logra quitar la mano de sus mejillas, pero no la suelta.
-Te dije que no jugaras conmigo porque saldrías perdiendo...-le dice ella con la voz cargada de enojo.
-Y yo le dije que evitara hacerle creer a la gente que yo le pertenezco porque tengo el poder de hacerle la vida un infierno...-ella hace el intento de volver a darle una cachetada, pero él sujeta su brazo con fuerza y la obliga a acercarse lo suficiente.
-Siempre me has pertenecido...-le dice ella con desesperación.-eres mío Gabriel y me desharé de quien sea que se atreva a tocar lo que me pertenece por derecho...-no puedo creer la mierda que ha dicho.
-Criatura vil y despreciable, tu castigo es la completa soledad y la tristeza...-dice él en un susurro. Ella parece entender lo que significa eso, mientras que yo me he quedado en blanco.
-Lo sigue siendo...-él le suelta las muñecas lentamente y se aleja unos pasos.
-Es mi infierno después de todo...-él mete sus manos a sus bolsillos y la mira fijamente a los ojos.
-Te di la llave de esa puerta que cerraste para mantenerte en la oscuridad, pero no la aceptaste...-ella hace el intento de acercarse, pero él retrocede como si le tuviera miedo.
-Alguien que ya pertenece a este infierno jamás podría liberar a otra persona...-el aire a su alrededor ha cambiado y ahora parece como si fuera algo completamente distinto a un humano.
-Entonces estaré feliz de tener tu compañía para siempre...-no sé de que mierda hablan, pero de que hay algo en medio de ambos que los ha hundido profundamente, lo hay.
-Responda a esto...-él comienza a avanzar hacia ella y esta vez ella es la que retrocede lentamente.-¿sabe su hijo que su madre es el demonio en persona...-acerca su rostro al de ella, sin dejar se mirarla a los ojos y una sonrisa sin pizca de vida se dibuja en sus labios.-y que en sus manos hay sangre de inocentes?...-no he escuchado mal. De sus labios ha salido la palabra "sangre".

Ahora esta más que claro que hay algo en medio de ellos dos, algo podrido y repulsivo que baila entre ambos hasta que se produce un ataque que define quien se lo queda a lo último. Hablan de un infierno y hablan de algo que los ata ahí, una oscuridad más grande que cualquier otra.

Gabriel desea libertad, desea ser liberado de las cadenas que lo han atado, pero ella parece querer mantenerlo ahí a su lado. Maldito sea. Estoy más confundida que nunca.

-¿Y? En este cuarto no soy la única que tiene sangre en sus manos o es que acaso lo has olvidado...-esto va de mal en peor. Quería saber de él, pero su conversación me confunde cada vez más.-¿sabe ella lo que hiciste ese día?...-me quedo mirando fijamente hacia ellos. El sonido de mi corazón retumba en mis oídos con furia como si fuera un tambor.

¿Cuál ella? ¿Que día? ¿Por qué están hablando en código? ¿Que hizo Gabriel? ¿A que infierno esta atado? ¿Por qué ella desea tanto que la gente se aleje de Gabriel? Esto es muy frustrante.

Tentación Prohibida. ♤ [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora