✿FORTY✿

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Trataba de poner toda mi atención a la maestra que explicaba acerca de lo que vendría en el examen, pero durante toda la agobiante clase habia sentido la pesada mirada de Conan sobre mí, lo cual me incómodo bastante, puesto que se supone que ambos estábamos dispuestos a ignorarnos lo más que se pudiera, para que ninguno le haga daño al otro, aunque pensándolo bien, para que él dejara de hacerme daño.

Sus ojos siempre me habían parecido muy atractivos, pero sobre todo penetrantes, por lo que su mirada se podía sentir a varios kilómetros de distancia.

Baje la mirada a aquello que tenía escrito en mi libreta, unos garabatos que no tenían forma, suspiré enojada últimamente mis días pasaban muy lentos, y debido a la rutina cada día era más insoportable que el anterior.

Los días pasaban muy lentamente, al igual que las horas y los minutos; era tan malditamente agobiante estar todo el día sola.

Suspiré frustrada, todo esto es gracias a Conan, él me había acostumbrado tanto a él, y a qué cada día hacíamos algo nuevo, a su compañía, a sus chistes malos, a sus videos, su risa, sus lindos ojos, la forma en la que el era, y a todo lo que ahora no tengo.

Maldita la hora en que Conan Gray de había vuelto indispensable en mi vida.

Si bien, con Ashley estaba todo bien desde hace ya una semana, la mayor parte del día ella y Andy están juntos, por lo que estaba sola la mayor parte del tiempo.

Y es que no es que ellos no me quisieran junto a ellos, pero era tan malditamente incómodo estar cuando ellos se besaban o se decían cosas lindas, y yo solo mirar a otro lado tratando de no sentirme como la que no pertenece allí.

Si algún día había dicho que amaba verlos siempre tan enamorados y siendo cursis todo el tiempo demostrándose su amor, ahora los odiaba, y los quería lejos uno del otro, ya que me recordaba mi soledad y la forma en que me sentía pero no tenía.

Recordé la canción de Conan, y luego me la quite de la mente, ¿Porqué siempre debo pensar en él?

Tenía que alejar a Conan de mis pensamientos, si no quería sufrir más de lo que lo había hecho.

De nuevo sentí una mirada pesada sobre mi, rodé los ojos, seguro era Conan, ya estaba harta de esto, así que decidí regresarle la mirada para parecer que quería asesinarlo lentamente y decirle que no me mire más, pero me sorprendió que Conan tenía su mirada atenta al pizarrón, voltee lentamente hacia el otro lado y pude ver al dueño de esa mirada tan penetrante, incluso más penetrante que la de Conan.

Era el mesero grosero que me atendió la última vez que fui a la Cafetería del centro, también el chico que odia que me quedé dormida en sus hombros durante las clases, y aquel que el peor día de mi vida me había querido llevar a mi casa.

Lo mire confundida, llevaba su pelo un poco más largo de lo que recordaba, sus rizos estaban demasiado bien formados, y bien acomodados, sus ojos eran en forma de almendra color verdes, complexión delgada, llevaba la chaqueta del equipo de Americano y unos pantalones de mezclilla azul marino.

Sonreí, él no tenía la culpa que yo pasara hoy un mal día, y siendo honesta, él se parecía mucho a Conan, solo había pequeños detalles que los diferenciaban, por lo que mi sonrisa fue casi instantánea.

Me miró de arriba a abajo y luego sonrió seductoramente, yo aleje mi mirada de él, un poco avergonzada, y luego mi ensoñación se vio interrumpida por mi cerebro analizando la idea, ya que si él era del equipo de los populares, era un chico engreído con el ego demasiado alto, y un rompecorazones asegurado.

Él timbre resono entre las paredes de la institución, haciéndome saltar del susto, suspiré ya que el timbre era una señal por la que finalmente la tercer hora de clases de la larga jornada escolar, había finalizado.

HEATHER© C.G.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora