18 - Recuerdo no recordar

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Sí, actualizando un lunes ¿El motivo? Pues que es mi cumpleaños y quería celebrarlo junto a ustedes, leyendo sus comentarios hermosos, y riéndome de sus ocurrencias. Espero
que les guste el capítulo. Besitos.


Capítulo 18: Recuerdo no recordar.

Leyla

—Leyla, ya despiértate quieres, o es que piensas dormir todo el día —sentí la voz de mi madre y luego la puerta de mi habitación cerrándose. Abrí mis ojos un poco y una pulsada de dolor atravesó mi cabeza. El dolor era insoportable. Con un ojo abierto y el otro cerrado miré la hora de mi despertador. Marcaba las 2:15 pm.

¡Mierda! ¿Tanto había dormido? ¿A qué hora llegué de la fiesta?

Rodé sobre mi cama ya que me era imposible sacar fuerzas para levantarme, pero eso ocasionó que me cayera de culo al suelo. De repente vino un recuerdo a mi mente, yo cayendo de culo también, pero el piso en esta ocasión era diferente. Borré esa imagen de mi cabeza. Seguro era de algo que vi en una peli, aunque en no muchas la protagonista es tan torpe como para caerse de su cama.

Me puse de pie como pude y al verme en el espejo de cuerpo completo que tenía a un lado de mi cama me alarmé. Hostia, pero que demacrada estaba. Parecía una drogadicta. Mi estado era pésimo. Mi cabello estaba desordenado de manera sorprendente, algunos mechones parecían que estuviesen pegando con algo. El delineado de mis ojos se había esparcido, y debajo de los mismos tenía unas espesas ojeras ¿Qué fue lo que yo hice en esa fiesta?

Corrí al baño antes de que mi madre volviese a entrar y me viese en tal estado. Supongo que no me vio llegar ayer, sino me hubiese despertado de una forma más hostil. Me quité la ropa y me metí en la ducha. Al salir parecía otra persona completamente distinta. Me tomé una pastilla para aliviar el dolor de cabeza.

Llamé a Hope y quedamos para vernos en unos minutos en The Happy Meal. Había muchas cosas que tenía que contarme. Una vez llegué a la cafetería entré al instante, y adivinen que, milagrosamente Hope ya estaba esperándome. Alan se encontraba en el mostrador junto con la chica de cabello azul. Por lo visto hoy era su cumpleaños, o eso supuse al ver el cartel de felicitaciones a sus espaldas. De todas formas la felicité, recibiendo un gracias por su parte. Luego ignorando completamente la presencia de mi vecino me dirigí a la mesa donde se encontraba Hope.

—Bravo Hope, has llegado temprano —le aplaudí. Se rió negando con la cabeza.

—Anda y siéntate —me senté justo enfrente de ella. Al instante le miré esperando por una explicación. Ella intentó cambiar de tema enseguida—. Tienes unas ojeras terribles.

Ignorando lo dicho por mi amiga, fui directa.

—¿Dónde andabas metida? Te desapareciste —unió su ceño con total confusión.

—¿Yo? Pero si solo fui a por bebidas y cuando regresé ya te habías ido.

Tenía sentido. Y aún más dado que no me acordaba de nada. Achiqué mis ojos en su dirección dubitativa. Pero al final cedí a sus engaños.

—Por cierto gracias por dejarme en mi casa. Por lo visto mi madre no se enteró de nada.

Se rascó una de sus cejas antes de hablar.

—Emm... yo no te deje en tu casa.

—¿Cómo? ¿Quién fue entonces? Porque dudo que haya podido sola.

—Fue Alan —miré al instante hacia el mostrador. Alan seguía hablando con la chica. Me lo imaginé, a un Alan agotado cargando con una Leyla borracha que suelta cosas ilegibles y que hace juegos de palabras absurdos. Y esa sería la parte linda de mí, la otra parte es la que saca la fogosidad que llevo adentro. Se me pusieron los vellos de punta de solo pensarlo. Que yo borracha no soy de las que llaman a su ex llorando, soy más bien de las que se lanzan sin paracaídas, no sé si me entiendes. Y ya me dirás tú teniendo a mi vecino al lado, el cual por cierto está muy bien estructurado. Me centré nuevamente en mi amiga completamente alarmada.

¿Tu orgullo besa mejor que yo? |✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora