Capítulo 21: Mírala, es… es plana.
Alan
Abrí mis ojos. Todo era blanco. La luz me molestaba. Tuve que pestañar varias veces para poder definir lo que me rodeaba. Giré mi cara a uno de mis costados. Había un monitor haciendo un constante sonidito. Parecía que estaba en un hospital. Concentré mi atención al frente. Lo primero que pude percatarme fue de que habían cuatro personas a mi alrededor, mi madre y mis hermanas. Me llevé la mano a la cabeza cuando un fuerte dolor se hizo presente como si me la estuviesen taladrando. Sentí el vendaje en la misma y luego la intravenosa que tenía en la mano. Definitivo, estaba en un hospital. Pero, ¿por qué? Me intenté incorporar en la cama con algo de trabajo. Un gruñido de dolor se me escapó por el constante dolor en mi cabeza, lo que llamó la atención de mi familia.
—Alan, despertaste —mi madre se colocó al segundo a mi lado para poder abrazarme. Se veían muy preocupadas. Alison y Avril se lanzaron a abrazarme después de que mi madre se apartara. En cambio Abbey se quedó atrás volteada sin mirarme.
—Abbey, deja de hacerte la dura, ¿quieres?
Se volteó y lágrimas caían de sus ojos. Se acercó a mí y me pegó antes de decir.
—No vuelva a hacer eso, ¿me oíste? Ni se te ocurra, porque si lo haces de nuevo no vas a morir por un accidente, sino por mis manos sobre tu cuello estrangulándote lentamente —la empujé hacia mí para poderla abrazar. Su llanto fue más grave—. Te quieto idiota.
—Yo también —miré a mi madre y a mis hermanas para que supiera que también hablaba con ellas—, las quiero.
Cuando Abbey se separó fue que pregunté.
—¿Y qué fue lo paso? ¿Por qué estoy aquí?
—Tuviste un accidente. Chocaste contra un auto. Tuviste una fractura de cráneo, hemorragia interna y hematomas. Casi te deslizas a un coma, pero por suerte saliste de esta— dijo Alison.
—¿Y cuánto tiempo llevo así? —dije señalando la cama.
—Dos semanas.
—¿Tanto?
Mi madre se secó las lágrimas rápido para que yo no la viese. Lo debe haber pasado muy mal en estos días. Yo en su lugar hubiera estado igual o peor. Si a mi madre le pasaba algo o a alguna de mis hermanas no se o que habría. La muerte de mi padre todavía no la superaba, y creo que en gran parte he sido fuerte por ellas, para cuidarlas.
—Sí, todo este tiempo te han venido a ver mucha gente, Hell, Wes, Jean, Lucas, Leyla…
—¿Leyla? —detuve a Alison.
—Sí, ella más que nadie —dijo mi madre. Me quedé confuso. No conocía a ninguna Leyla.
—¿Y quién es Leyla?
Sus caras eran de total incredibilidad ¿Qué había dicho de malo?
En eso entró una chica de cabello corto. Parecía decepcionada por algo. Al percatarse de mi familia se detuvo abruptamente.
—Siento la interrupción —dijo y estuvo a punto de marcharse antes de que sus ojos pasaran a mí. Se quedó paralizada mirándome—. Alan.
¿Cómo sabia ella mi nombre? Me percaté de su uniforme y deduje que fuera la enfermera. Seguro por eso lo sabía.
—Tu debes ser la enfermera —sonreí mirando su atuendo algo excesivamente grande antes de centrarme nuevamente en sus ojos color cielo. Lucía muy joven para ser enfermera— ¿No eres muy joven para eso?
***
Lo peor de tener un accidente era todos esos estudios que te hacen después. Como mi daño fue en el cerebro eran aún más intensos con eso. Y como viva prueba de ello aquí me encontraba de nuevo con la doctora Altagracia. Una mujer de unos cuarenta años, cabello oscuro y lentes de pasta gruesa. Sus ojos me observaban con sutileza. Esta consulta se trataba de ella preguntar y yo responder, algo muy cansino dado que no paraba de hacer preguntas. A parte de esto también he tenido que hacer terapia física. Ya llevaba una semana así. Me reacomodé en el cómodo asiento acolchado que se encontraba justo delante de su escritorio. Listo para sus preguntas.
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¿Tu orgullo besa mejor que yo? |✔
Teen FictionSepan que es mentira que el orgullo mata, pues aqui estoy escribiéndoles esto. Soy Leyla Rogers, la típica orgullosa de manual. Tampoco soy tan complicada, solo que prefiero odiarte antes que decir que te amo. Mi vecino no será la excepción, antes m...