28 - Un paseo nocturno

6.2K 565 187
                                    

Capítulo 28: Un paseo nocturno.

Leyla 

—Podríamos ir a la cafetería que hay cerca de aquí —propuse.

—¿Cuál?

—La única que hay al doblar —al instante negó con la cabeza.

—No, a esa no.

—Alan, tengo hambre y esa es la cafetería más cerca que se encuentra a estas horas abierta. Así que conduce a la maldita cafetería antes de que lo haga yo.

Yo con hambre no entiendo. Soy como una perra rabiosa, lista para atacar. Argh.

—Ni queriendo me podrías mover tú de aquí —se burló.

—No me tientes Alan, que me pongo toda loca.

—Aún más, eso ya es imposible —achiqué mis ojos en una clara señal de: "tú te lo buscaste", antes de comenzar hacerle cosquillas. Entre risas y retorciéndose me detuvo—. Vale, ya te llevo a comer.

Sonreí satisfecha reacomodándome en el asiento, y él puso el auto en marcha. No duró mucho cuando Alan aparcó en la calle frente a la cafetería. Este local a pesar de ser más grande que The Happy Meal parecía tener menos vida. Los colores de las decoraciones eran ocres y aburrido, muy distintos a los de mi cafetería preferida. Estaba prácticamente desolada. Solo había un hombre sentado en la mesa del fondo con pintas de ser un camionero. No había nadie en el mostrador por lo que supuse que se encontraría en la cocina. Me senté en una de las mesas y Alan me siguió sentándose enfrente. Lo mire, sus músculos se tensaron en alerta mientras que movía las manos con nerviosismo. Me reí por lo incómodo que se encontraba.

—¿De qué te ríes? —refunfuñó uniendo el entrecejo.

—Nada, solo me da risa lo tenso que te encuentras  ¿Esta es tu primera cita o qué? —bromeé.

Su rostro automáticamente cambio por su típica risita picara. Entrecerró los ojos lamiéndose los labios.

—¿Y quién ha dicho que fuese una cita? —ahí estaba otra vez ese tono arrogante.

Me tiré hacia atrás reposando mi espalda al respaldo de la silla y acomodándome para volverme a fijar en él.

—¿Qué, esto no era una cita de negocios? —resoplé con cierta indignación fingida—. Mira que le he dicho a mi secretaria que no me de citas si no es de suma importancia.

Él ladeó la cabeza.

—Oh, sí que es de suma importancia esta cita —me siguió el juego.

—¿A sí? Infórmame más al respecto.

—Pues en esta cita debemos llevar a cabo un enorme proyecto —hizo una pausa para dar intriga. Se acercó un poco como si fuese a contarme un secreto de Estado—, reabastecer con abundante comida el agujero negro que conforma tu estómago.

Me reí de inmediato. Justo ese era el nombre que yo le había puesto a mi estómago.

—Pues sí que es importante la cita —asentí—. Casi despido a mi secretaria por eso.

—Alan, que bueno verte —nos interrumpió una hermosa chica de cabello cobrizo y ojos verde oliva. Llevaba puesto una falda granate acompañada de una blusa de manga corta abotonada en la parte delantera. Justo por encima de la falda llevaba atado a sus caderas un delantal blanco algo soso. Por su vestimenta supuse que fuese la camarera—. Hace tiempo que no quedamos. Podríamos ponernos de acuerdo algún día para…

—No se va a poder, Lara —le cortó Alan sin ánimos de ser en absoluto agradable, aunque ella tampoco era la viva imagen del agrado. Lara chasqueó la lengua posando una mano sobre su cadera. Parecía de esas chicas que no le gustaba aceptar un no por respuesta. Sus ojos se centraron en mí por primera vez desde que se aproximó a nuestra mesa. Dio un repaso a mi aspecto antes de mirar a mi vecino.

¿Tu orgullo besa mejor que yo? |✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora