25 - ¿Qué es lo correcto?

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Capítulo 25: ¿Qué es lo correcto?

Alan

Mi teléfono vibró en señal de que un mensaje había entrado. Al instante lo encendí para ver de quien se trataba. Me tranquilicé al ver que era de Leyla. En su mensaje me preguntaba como me encontraba y que si necesitaba algo no dudara en pedírselo. Apagué mi teléfono y lo guardé en el bolsillo de mis vaqueros sin responderle absolutamente nada. Ya se lo diría en persona.

Esta mañana había despertado a su lado. Me había quedado dormido a pesar de todo lo que pasaba por mi cabeza. Sus brazos no dejaron de rodearme en toda la noche, como asegurándose de que no me escapase e hiciese alguna locura. Me las había ingeniado para salir de su cuarto muy temprano en la mañana y entrar nuevamente al de Tyler sin que el mismo se diese cuenta y sin que su madre me pillase en el transcurso. Me negué al desayuno que tenía la señora Rogers preparado antes de ir a mi casa. Estuve a segundos de decirle a mi madre, pero algo en mi interior me lo prohibió. Se negó rotundamente a decirle algo a ella o a mis hermanas. De alguna forma quería comprobar antes si todo esto no era producto de mi imaginación, una mala jugada de mi cabeza ocasionada por el accidente. Quería comprobarlo con mis propios ojos, y eso iba hacer.

Ya había quedado con él a las seis de la tarde en una cafetería bastante lejos de aquí. A media hora más o menos de transcurso, y si quería llegar a tiempo debía salir cuanto antes. Bajé las escaleras encontrándome a mi madre a pie de las mismas. Era sábado, por eso se encontraba en casa.

—Voy a salir —le informé antes de que preguntara. 

—¿Y a dónde vas? —desde el accidente estaba muy controladora respecto a mis salidas.

—A dar una vuelta —no quise mentirle dándole una falsa dirección. Sonreí para que se tranquilizara—. Y no te preocupes que no pienso tocar ningún volante.

Ella sonrió y yo le besé la frente antes de salir de la casa. Crucé la calle para entrar en el porche de la casa de enfrente. Una vez estar próximo a la puerta toqué el timbre. Unos segundos después la puerta se abrió. En ella se asomó una pequeña de cabello castaño y ojos color cielo. Parecía ser la copia miniatura de Leyla, de aproximadamente unos cinco años. Su naricita se arrugó antes de ladear la cabeza.

—¿Tú quién eres?

—Me llamo Alan —se quedó unos segundos en silencio mirándome. Intentando recordar si le parecía familiar ese nombre.

—¿Alan?, no te conozco. Yo me llamo Scarlett —agregó como si fuese imprescindible en la conversación.

—Yo tampoco te conozco a ti, Scarlett —hago parecer increíble de que ninguno de los dos nos conozcamos—. Estoy buscando a Leyla, ¿está en la casa?

Ella me miró dudosa antes de dirigirse al interior de la casa. Luego reapareció corriendo.

—Corrió a su habitación para cambiarse de ropa cuando le dije que tú la buscaba. Si vieras lo que tenía puesto —se puso una mano en la boca para controlar su risa—. Dice que en cinco minutos esta aquí.

Hundí mis manos dentro de los bolsillos de mis vaqueros en espera de que la castaña hiciese aparición. Pero la Leyla diminuta que me había abierto la puerta me seguía observando, rogándome con la mirada que le siguiese hablando.

—¿Y cuánto anos tienes, pitufo?

—No me digas pitufo —cruzó las manos en forma de molestia—. Así me dice la prima Leyla.

Que casualidad. Carraspeé.

—Vale —sonreí— Nada de pitufo.

Su expresión se alivianó antes de devolverme la sonrisa.

¿Tu orgullo besa mejor que yo? |✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora