Capítulo 5

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Aquel día con las hermanas Romanoff fue totalmente inesperado, llegamos a la sala de juegos y eso consistió básicamente en una hora y media de batallas en Mario Kart.

Una vez que Yelena decidió que era suficiente ordenó a Nat ir a McDonalds, esa pequeña realmente tenía a Natasha bajo control mental, aquello era tierno pues la imagen de la Natasha Romanoff pedante y molestosa que tenía se esfumó, ella realmente es dulce y tierna con su pequeña hermana aunque, ¿quien no lo sería con esa niña?

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-Eres igual de mala que Tasha, ¿es porque ya son muy mayores? - Yelena y yo esperamos  en las mesas del McDonalds mientras Nat compra la comida, comida que ofrecí pagar pero ella no lo aceptó.

-Hey, eso me ofende, no estuve taaan mal - digo de manera dramática - quedé más adelante que Nat, pero tu eres la corredora estrella - Yelena comienza a reír de manera feliz con mis palabras, es una dulzura y tiene tan solo 10 años.

-Bicho - Nat se acerca tendiendole su cajita feliz a Yelena quien la abre sin esperar un segundo más - Cucaracha - ahora se dirige a mi, me tiende una baconeitor con papas y refresco extra grandes, este combo es  mi favorito pues odio las nuggets de este lugar.

- Ni siquiera mis padres logran conseguir la comida perfecta como acabas de hacerlo, ¿fue tu imaginación? - Le preguntó en broma mientras doy la primera mordida a mi hamburguesa.

Ella comienza a abrir su comida, y sólo ríe de mis palabras.

- Siempre que salimos con Steve y le pides el combo por teléfono lo escucho - responde de manera tímida.

- A él siempre le olvida, no importa cuántas veces le diga, hombres... - digo de manera sarcástica.

Ella arruga su nariz con una mueca de asco luego se convierte en una mueca de dolor en cuanto la catsup toca la herida de su labio, dios, no puedo evitar sentirme mal. 

La sonrisa que aquellas palabras me dejaron no me la pude quitar el resto del día, tampoco... Ella de verdad sabe cual es mi combo preferido y ni siquiera se lo he dicho de manera directa, demonios, mi novio es el que debería saber esas cosas, no su mejor amiga. 

-No puede ser, Tasha, justo el que me faltaba para la colección - Yelena habla muy animada enseñándonos su minion versión hawaiano que le había salido en su cajita feliz. 

No pudimos evitar reír ante eso, el resto de la comida resultó agradable, y justo cuándo terminamos de tomar los helados Yelena confesó que tenía sueño así que decidimos que era hora de regresar a nuestras casas.

El plan es caminar hasta el centro de la ciudad y de ahí tomar el bus.

-Debí traer la chaqueta de papa, Nat, tenía razón cuando dijo que haría frío - Yelena se queja frotando sus manos, la rubia sin dudar se quita la sudadera que trae puesta y se la coloca a su hermanita a pesar de que a esta le queda gigante, las dos dos son una ternura y Yelena no es la única que ha olvidado traer una chaqueta por sí las dudas, no es mi culpa... no creí llegar tan tarde a casa. 

Pasamos por la estación de bomberos y Yelena se suelta rápidamente de mi agarre que ha traído todo el camino y corre hacia las oficinas. 

-Uh, ¿ella hace eso siempre? ¿ No deberíamos buscarla? - Le pregunto a Nat pero ella se ve tranquila.

- Noup, mi padre trabaja aquí, el ya debe estar por salir - Dice mientras mira su reloj - y ella lo sabe. 

Tal y como Nat lo dijo, a los minutos salió un hombre grande, y cuando digo grande, es que es grande enserio, alto e imponente, definitivamente no es americano. Trae a Yelena cargada en brazos, esta permanece  aferrada a su cuello, parece adorar a su padre. 

Hungry EyesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora