50

851 118 123
                                    

— ¿Por qué no decirme que quien te tenía pegada al teléfono todo el tiempo era mi hermana?

— No lo sabía, tu eres Romanoff... Ella aparecía como Belova, y no tenía idea de qué se llamara Yelena — le enseñé una mueca de enojo y pude notar como Lorna tragaba en seco mientras pegaba más su cuerpo a aquella pared en mi cuarto.

Yelena esperaba en la sala con Wanda, y Pietro... Los obligue a interrogarla también.

— Ella es menor

— Solo por 2 años, y ni siquiera parece... Es muy inteligente, mucho más que todos los imbéciles de mi colegio

Me esforcé para no sonreír.

Claro que mi hermana sería diferente a todos... Era una Romanoff, o bueno, lo fue.

Medio Romanoff.

— ¿Sabes lo que sucederá con tu estúpido rostro si ella llega a casa algún día con una sola lagrima que sea ocasionada por ti, verdad?

A pesar de que era visiblemente más alta que yo, logré intimidarla lo suficiente.

— Me gusta de verdad... no planeo hacerle daño, lo juro.

Sin ensuavizar mi rostro enojado, asentí soltando mi agarre del cuello de Lorna.

— Y nada de besos en mi cara — cerré los ojos imaginando que igual tendrían que besarse en algún lugar —, y no intentes propasarte con ella, Maximierda... Aún es pequeña.

Lorna salió del cuarto asustada, y yo me lance a la cama rendida pensando en todo lo que había sucedido.

Mi hermana mide al menos 3 cabezas más de las que medía la última vez que la vi, pero aún sigue por mi hombro. Su cabello rubio se encuentra mucho más largo que hace 4 años, su voz... Mierda, todo en ella ha cambiado.

Es difícil saber que debo guardar algo así... Porqué claro que no le diría a mi padre, los padres se ponen extraños, y considerando que yo creo que Yelena aún es joven para eso, no quiero imaginar lo que dirá él... Supongo que necesitará apoyo de alguien.

Pero aún necesito un tiempo para no querer estrellar la cabeza de Lorna contra el suelo por besar a mi hermana.

— Cariño, Lorna de por sí luce como un fantasma pero creo que ha quedado invisible del miedo... — Wanda entró a hurtadillas riendo.

Rodé los ojos.

— ¿Que tienen los Maximoff con los Romanoff? Tú, Pietro, ahora Lorna...

— Hey... Somos lindos — Wanda arrugó la nariz mientras se apoyaba a la pared... — me gusta el corte que tienes justo ahora... deberías tenerlo así siempre.

Sonreí apenada. El cabello apenas y me caía por los hombros, y estaba totalmente rubio.

— También me gusta el tuyo... — nos observamos en silencio por unos segundos, y siempre que ambas permanecíamos en silencio, la certeza de que nos besaríamos llegaba a mí y eso abrumaba... — ¿emocionada por el festival? — Pregunté rompiendo el hielo.

Wanda sonrió moviendo las manos de emoción.

— ¡Si!... Quiero enseñarte mi repertorio y así puedes darme tu crítica...

— Me gusta muchísimo la idea, Wands...

— Antes de que se besen... O lo que sea que estén apunto de hacer, ¿unas palabras, Nat? — La ronca voz de mi hermana nos interrumpió.

Ambas quedamos rojas... Como cuando teníamos 15 y mi padre nos atrapaba besándonos en la sala.

— Oh, Yels... Si, claro — Yelena entró al cuarto acomodándose en la cama y Wanda se despidió con un guiño.

Hungry EyesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora