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— ¿Estás de buen humor hoy?

Desde el accidente habíamos discutido cada día hasta hoy.

El rimel de Aubrey se encontraba corrido sobre sus ojos.

Nos habíamos visto la noche anterior, y, nada marchaba bien.

— Aubrey, estas follándote a la niñera del perro, ¿y el problema es mi humor?

Mi voz no pudo evitar romperse al salir de mi boca.

— No estoy... dios, Wanda, ¿desde cuando creemos en las putas noticias?

Intenté acercarme a ella pero mi pecho comenzó a doler así que me detuve.

— Si no estuviese invalida en esta puta cama de hospital te cortaría la cabeza, ¿sabes eso?

Ella suspiro pesado mientras se acercaba a mi.

Me envolvió en un abrazo del que no pude separarme, mis lágrimas mojaban su sudadera.

Es una sensación casi agridulce... años atrás Aubrey había sido mi roca, y la persona a la que de manera inconsciente me había aferrado.

Hoy... ni siquiera podía mirarla a los ojos sin sentir incomodidad.

Estar junto a ella últimamente se siente peor que el divorcio de mis padres.

¿Es que todos en la vida adulta estamos condenados a sentirnos así al menos una vez?

— Nos amamos, nos queremos... ¿Por qué nos tenemos que insultar constantemente? No se siente bien...Wan

— No es así, Aubrey, yo... lo siento, no es así.

Ella soltó una carcajada mientras se alejaba de mí.

— ¿Qué no es así?

Negué nerviosa.

¿Decirlo o no? El gran dilema.

Rozar la muerte te hace pensar muchas cosas... te hace ver el mundo de una manera distinta.

Realmente te enseña que, el tiempo nunca es suficiente, que nunca nos sobra.

El tiempo siempre nos hará falta.

— Cuándo estaba viendo la luz... y todas esas cosas estúpidas que la gente dice... mi vida pasó por mis ojos, todo lo que tenía valor para mi simplemente pasó por mi cabeza, y tú no lo hiciste — Confesé.

En realidad, al salir volando contra aquel parabrisas pude sentir todo... es algo complejo, y bastante traumático

Mis huesos dolían, mi piel ardía, mi cabeza se sentía hueca... Podía escuchar a Aubrey gritar en aquella carretera... pude contar los minutos que el equipo de seguridad y la ambulancia tardó en recogerme.

Recuerdo perfectamente el tono de voz de Natasha preguntando: ¿Viene sola?

Recuerdo el alivió que sentí al verla ahí delante mío.

Sentía agujas por todas partes, y también sentía mi pecho doler, el oxígeno faltarme.

Probablemente mi corazón se detuvo en varios momentos, pero el último recuerdo esclarecido de ese día es Nat sujetando mi mano, ella diciéndome que todo estaría bien.

La sensación de aquella sortija alrededor de su dedo también es algo que llevo presente.

La mía se perdió en el accidente.

7 años llevándola... había días en los que simplemente deseaba tirarla por el retrete.

Pero Nat apenas comienza a llevarse con la sensación del oro abrazando su piel.

Hungry EyesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora