El viaje a Palm Beach

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"No me importa que hayas estado en otro lecho, no me importa que hayas sido de otro hombre, si yo soy tu hombre".

- Que horror- La tarjeta que Calderón le había escrito a Betty era tan burda, tan banal. Estaba claro que Calderón no entendía la gravedad de lo que ellos estaban haciendo. Beatriz era un ser humano puro, con un alma hermosa a quien ellos estaban engañando. Definitivamente tendría que reescribir la tarjeta, Beatriz se merecía algo mucho mejor, algo especial, algo que pudiera por lo menos intentar estar a su altura.

Dentro de unas horas saldría su vuelo a Palm Beach, estaría lejos de Betty por dos semanas y esperaba que ese respiro lejos de ella le ayudara a aclarar sus confusiones, o por lo menos esperaba tener un respiro de ese cúmulo de sensaciones que lo estaban atormentando desde hacía un tiempo.

Trataba de encontrar la forma de entender lo que le pasaba, pero todo sucedía tan rápido que desde hace unos días no sabía ni donde estaba parado. Por un lado estaba la culpa y el remordimiento por lo que le estaba haciendo a Betty pero, por otro lado estaba todo un abanico de emociones y sentimientos que no podía descifrar. Algunos los tenía muy claros, como la admiración que sentía por ella y el orgullo que sentía al verla negociar con los tiburones del mercado que quedaban noqueados ante su astucia. Ella siempre tenía un haz bajo la manga que dejaba a todos sorprendidos cuando se trataba de los negocios, incluso a él.

También estaba lo otro.... No sabía con exactitud qué era, pero era algo que tenía que ver con toda ella. Cuando escuchaba su horrenda risa, no podía evitar mirar hacia ella para ver con quien se reía. Cuando tenía rato sin saber dónde ella estaba, aun sabiendo que estaba dentro de la empresa, le entraba un nerviosismo extraño, era la sensación de que algo no encajaba, que algo no estaba bien cuando ella no estaba en la oficina. Cuando llegaba de almorzar y su oficina estaba vacía, era como si él mismo lo estuviera. Y luego venían las sensaciones, el temblor que recorría su cuerpo ante el contacto de Betty. Al principio le daba mucho miedo esa sensación, era aterradora para él, por lo que siempre evitaba su contacto. Ahora se sentía como un adicto, en ocasiones ese estremecimiento que lo recorría de pies a cabeza era tan fuerte que lo dejaba sin aliento. La noche anterior en el apartamento de Mario no podía parar de besarla, como si sus besos le provocaran sed de más besos. Quedó sorprendido con su cuerpo, hubiera dado todo por pasar toda la noche con ella, detener el tiempo en ese espacio con ella entre sus brazos. Era como si perdiera el control de sí mismo. Eso lo aterraba, tenía que estar centrado o podría perderlo todo, su vida, su empresa, todo.

La puerta se abrió y entro Marcela sacándolo de sus pensamientos.

- Hola ¿Qué tienes planeado? ¿Quieres que salgamos ya para el aeropuerto? ¿Quieres almorzar conmigo? ¿Quieres almorzar en el avión?

- No sé, no sé. Todo depende de Beatriz, estoy en manos de ella, está hablando con los proveedores.

- A propósito ¿Le podrías preguntar qué pasó con los ticketes?

- Claro que sí. ¡Betty!... ¡Betty!

- Si doctor - Betty salió de su oficina sonriendo. Su actitud siempre contrastaba con la de Marcela, eran como dos polos opuestos.

Marcela era una gran mujer con un gran corazón, no le gustaban las mentiras, era muy sincera y siempre iba de frente contra el mundo. Ese era su principal problema con Betty, ella sentía que Betty no era sincera, sabía que ocultaba cosas referentes a Armando, a la empresa y a ella misma. Y Armando la entendía, sabía que ella estaba sufriendo por su indiferencia y no quería que sufriera más.

- Necesito saber dos cosas - le dijo Armando a Betty - ¿Ya habló con los proveedores? Es la primera y la segunda ¿Dónde están los ticketes? Ya casi tenemos que irnos para el aeropuerto.

YSBLF - Un amor para la historiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora