¿Desde hace cuanto me ama, Betty?

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"Es la primera noche desde que lo conozco que siento que don Armando tiene libertad de hacer lo que quiera. Es la primera vez que siento que está libre de las ataduras de doña Marcela. Imagino que habrá regresado a su apartamento y que a lo mejor está con ella, sin afán, sin miedo, disfrutando de su libertad, reorganizando su vida, planeando su futuro, y, desde luego, yo no estoy ahí. Y no lo estaré. Anoche apenas dormí unas horas y me regresé a la oficina. No puedo seguir mi vida así. Yo tenía claro que si regresaba a Ecomoda sería muy duro para mí ver la relación de doña Marcela y don Armando, pero de algún modo me tranquilizaba saber que ya estaba acostumbrada a eso y que no me afectaría. Pero hoy tengo una certeza: no soportaría ver a don Armando rehacer su vida con otra mujer. Sería demasiado doloroso para mí. Y es claro que, si eso pasa, tendré que irme de Ecomoda".

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Esa mañana Armando se sentía optimista, lleno de energía. Tenía un plan para recuperar a Betty, y para llevarlo a cabo tendría que tener mucha paciencia y calma. No iría tras ella, no la acosaría, no le diría con palabras cuánto la amaba. Se lo demostraría, estaría allí para ella en todo momento, esperaría pacientemente a que sanen sus heridas, la ayudaría a sanar sus heridas. Cuidaría de ella mientras su corazón sanaba y comenzaría ese mismo día.
Estuvo toda la mañana trabajando con las franquicias. En la tarde venían unos inversionistas de Argentina que habían asistido al lanzamiento y le habían dicho que pasarían a dar el recorrido por la empresa y probablemente a cerrar el negocio. A la una de la tarde llamó a la línea directa de presidencia.

- Dígame, Aura María - respondió ella de inmediato.

- Hola, Betty. Soy Armando.

- Ah, doctor ¿Cómo está? ¿Necesita algo?

- ¿Usted ya almorzó?

- No - Respondió Betty - Estoy terminando algo antes de ir ¿Necesita algo?

- No, no. - Le respondió él. – Yo voy a almorzar ahora ¿Quiere que le traiga algo?

- N...No - le respondió completamente desconcertada.

- Ok. Si quiere que le traiga algo me avisa.

- Gr... gracias, no se preocupe, doctor. - dijo Betty antes de colgar y quedarse mirando el teléfono como si fuera un objeto extraño.

Armando sospechaba que Betty no saldría a almorzar. En más de una ocasión, luego de que asumiera la presidencia la había visto saltarse el almuerzo. Se sentía muy tentado a llevarle algo, pero temía que ella se incomodara o lo rechazara. Así que se limitó a comprarle el almuerzo a domicilio y enviarlo a la presidencia de Ecomoda.

Cuando se dirigió a la sala de juntas a las dos de la tarde, se sintió plenamente complacido al ver que estaban retirando los platos vacíos del almuerzo.

- Aura María ¿Cuánto hizo el almuerzo? – Preguntaba Betty parada en la puerta de la sala de juntas.

- Yo no sé, Betty. ¿Usted no fue quien lo pidió?

- No – Le respondió extrañada, luego se tapó la boca con las manos como si temiera haber cometido un error – Aura María ¿A usted le dijeron que ese almuerzo era para mi?

- Si, Betty. El mensajero del domicilio dijo que era para la doctora Beatriz Pinzón, en la presidencia de Ecomoda.

- ¿Necesita algo, doctor? – Dijo Betty girándose hacia él, no había notado su presencia hasta ese momento.

- Necesito que revise estos contratos, esos inversionistas vienen esta tarde y quisiera tener todo claro por si deciden negociar. – Armando le entregó los documentos.

YSBLF - Un amor para la historiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora