El momento del reconocimiento

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Desde hacía tres días, desde que Sandra comentó la fecha en que don Armando regresaba, Betty no había sido más que un manojo de nervios. Ese día llegaba a Bogotá y ella estaba ansiosa por verlo. Esa mañana llegó antes de las siete a la empresa, como si llegar temprano fuera a hacer que llegara antes, tomó su diario y escribió.

"Estoy que me muero por verlo, así tenga claro que es una causa perdida. Me inquieta saber si va a cumplir la sentencia que me gritó la ultima noche, de cambiar para siempre conmigo, de llegar convertido en un hombre diferente. Tengo ansiedad, un cosquilleo permanente en el estómago al saber que pronto lo veré. Y también tengo ansiedad por saber cómo va a resolver su vida cuando llegue de su viaje".

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Armando estaba tan nervioso que se sentía como un adolescente, pero sabía que tenía que controlarse. Durante todo el tiempo que estuvo fuera de Ecomoda puso todo de su parte para seguir el consejo de Alejandra, no era justo esforzarse por olvidar los mejores momentos de su vida, así que aprendió a vivir feliz recordándolos.

Pero ese tiempo fuera de Colombia, fuera de su rutina, hizo mucho más que ayudarlo a aceptar que había perdido al amor de su vida y con ella su oportunidad de ser feliz, también le ayudó para analizarse a si mismo. La única vez que había hablado con Betty ella le dijo que no era posible que un hombre como él se enamorara de una mujer como ella y recordó que durante el tiempo que estuvieron juntos ella se lo repetía constantemente. Un hombre que, según él mismo y las personas que lo conocían, podría tener lo que quisiera en la vida, sin embargo, lo único que quería no lo podía tener porque según el resto del mundo no era posible que él quisiera eso.

Todo eso lo llevó a analizar las cosas en su vida que lo habían llevado a ese momento, lejos de su país, buscando sanar heridas que nunca debió tener. Ese tiempo fuera también le había ayudado a conocerse y se dio cuenta de que la persona que era no le agradaba, se dio cuenta de que lo que estaba viviendo en ese momento era simplemente consecuencia de lo que él era. Su soberbia, su egoísmo, sus relaciones, su temperamento agresivo, eran solo piezas del rompecabezas que lo llevó a ese punto.

Decidió sacar de su vida todo lo que no le gustaba, comenzando por controlar su temperamento, quienes lo conocían lo aceptaban y otros incluso lo aplaudían, pero cuando pensaba en que muchos de sus empleados no le tenían respeto sino miedo, no era tan divertido su temperamento. No podía ni pensar en su egoísmo, tantas personas que día a día se esforzaban por darlo todo y él solo se preocupaba por lo que podía recibir.

Una de las principales cosas por las que perdió a Betty era su egoísmo, recordó todas las veces en las que no le importaba lo que ella sintiera o lo que necesitara, siempre que hiciera lo que el quería. Mirando hacia atrás se preguntaba ¿Cómo pudo ella amarlo tanto? Y lo que es peor ¿Como podría volver a amarlo? Sobre todo al pensar en todo lo que ella tuvo que aguantar por su relación con Marcela, y claro, con Mario Calderón.

Mario era su amigo desde niño, siempre habían sido compañeros de andanzas, pero Armando no podía evitar pensar en lo diferentes que habrían sido las cosas si Mario no se hubiera implicado, si luego de su primer beso no le hubiera contado a Mario. Fue un canalla toda la vida con las mujeres, un sin vergüenza, un depravado, todo lo que hacía con las mujeres se lo contaba a Mario y Mario le contaba a él todo lo que hacía. Al pensar en eso, vergüenza era un sentimiento muy digno para lo que pensaba de sí mismo y de Mario en ese momento.

Ahora estaba de camino a Ecomoda desde el aeropuerto, decidido a dejar atrás a ese hombre egoísta, agresivo, soberbio, canalla. Lo hacía por él mismo, porque quería mirarse al espejo sin vergüenza, quería sentirse satisfecho con el hombre que era, así ella jamás lo volviera a amar. Estaría siempre a su lado y sería un hombre diferente y mucho más merecedor de su amor, porque quizás con un poco de suerte, ella volvería algún día a mirarlo con amor.

YSBLF - Un amor para la historiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora