La primera noche

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Llegaron al hotel pasada la media noche. Armando no estaba seguro de lo que iba a hacer, ¿hasta dónde sería capaz de llegar por no perder su empresa? Beatriz era un ser humano, una mujer que se merecía hacer el amor con un hombre que la amara, lo que él estaba a punto de hacer era una canallada. Lo peor que un hombre podía hacerle a una mujer era robarle su inocencia. Eso era lo que él iba a hacer, porque aunque ellos tuvieran una relación, esa relación no significaba lo mismo para los dos.

Se sentaron en la cama, Betty se sentía muy nerviosa. Armando era un hombre que había estado con muchas mujeres y ninguna de esas mujeres era como ella. Él estaba acostumbrado a estar con mujeres hermosas, con cuerpos voluptuosos y con trucos a la hora de hacer el amor que debían enloquecer a cualquier hombre. Ella no tenía ninguna de las cualidades a las que él estaba acostumbrado, no era hermosa, era muy delgada y pequeña en comparación con las modelos a las que estaba acostumbrado don Armando.

En este momento, y analizando la situación, no le pareció tan buena idea entrar a ese hotel. Armando se sentó a su lado, la miró y a ella de pronto le entró pánico.

- Permiso doctor. Voy al baño - dijo rápidamente mientras se paraba de la cama y corría hacia el baño.

¿Qué iba a hacer? De momento en el baño le llegaron a la mente muchos recuerdos. Recordó su primera relación sexual. Fue traumática en muchos aspectos, pero en ese momento ella recordó algo más... fue muy dolorosa, tenía recuerdos borrosos del evento, pero algo si recordaba. No fue nada satisfactoria. En muchas ocasiones había escuchado mujeres decir que los hombres sólo buscaban satisfacerse y que el deber de la mujer era cumplir con esas necesidades que tenía la pareja. Por otro lado, sentía que debía haber algo más, porque cuando estaba con don Armando, algo muy diferente a todo lo imaginado sucedía, ella sentía deseos por él, deseos más allá de los besos y las caricias. Ese pensamiento la calmó un poco, y le dio ánimos para salir del baño, porque estaba considerando seriamente no salir de ahí nunca.

Por su parte, Armando estaba cada vez más seguro de que no sería capaz de hacerle eso a Betty, no quería robarle su inocencia, eso era lo más bajo que pudiera haber caído nunca. Además, Betty nunca le había hecho nada malo. Todo lo contrario, lo único que ella hacía era ayudarlo, apoyarlo, se comportaba como una verdadera amiga, y nunca pedía nada a cambio. Claro que teniendo en cuenta las condiciones de Betty, puede que se arriesgara a no hacer el amor con nadie nunca, o puede que, por cosas del destino, tuviera que recurrir a un matrimonio sin amor. En ese caso, estaba seguro, de que su primera experiencia no sería nada buena. Él podría hacer que fuera placentera. Él sabía muy bien como satisfacer a una mujer en la cama. Si tenía que hacer el amor con Betty, entonces haría que ella lo disfrutara, así por lo menos no se sentiría tan culpable.

Inmerso en estos pensamientos se sentía muy nervioso. No se decidía entre salir huyendo, o hacerle el amor a Betty y salir de eso de una vez, necesitaba una tercera opinión. Betty saldría del baño en cualquier momento y él tenía que tener un plan, pero para eso primero tenía que decidirse. Se le ocurrió llamar a Calderón, después de todo él era el responsable de la situación en la que se encontraba, entonces que le diera una salida y le dijera que hacer.

- Aló - Contestó Mario casi de inmediato.

- No voy a ser capaz, hermano.

-¿Dónde está?

- Estoy aquí en el hotel.

- Sí, sí, pero ¿En qué parte del hotel? ¿En el parqueadero, en la recepción? ¿Dónde? - Preguntó su amigo impaciente

- Estoy en la habitación. - Respondió mientras se tomaba otro trago de Whisky nervioso.

- ¿Y no fue capaz? Hermano, pida... no sé, pida afrodisiacos, pida una pastilla. Alguna cosa que le ayude.

YSBLF - Un amor para la historiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora