Crónicas de angustia - Parte II

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El primer trago amargo del dia siguiente lo recibió Armando al llegar a Ecomoda y ver a Betty bajándose del Mercedes  Benz, su supuesto amigo había salido por la ventanilla del capó del carro y le lanzaba besos de despedida

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El primer trago amargo del dia siguiente lo recibió Armando al llegar a Ecomoda y ver a Betty bajándose del Mercedes Benz, su supuesto amigo había salido por la ventanilla del capó del carro y le lanzaba besos de despedida. Era el colmo del descaro. Cuando Nicolás lo vió llegar se metió en el carro y se fue el muy cobarde.

- ¿Qué? ¿Muy entretenidas acá? – les dijo un enojado Armando a las secretarias del cuartel, aunque miraba específicamente a Betty. Todas entraron a toda prisa sin decir palabra, ni siquiera Betty fue capaz de responderle. Tuvo que esperar a que el ascensor volviera a bajar porque todas las secretarias se subieron juntas. Al salir del ascensor el primero que lo interceptó fue Mario.

- Señor presidente ¿Cómo es eso de que Nicolás Mora trajo a Betty? – Le dijo conduciéndolo hacia su oficina - ¿Y eso a razón de que?

- Pues no sé, aspiro a que ella me responda esa pregunta. Claro, si le da la gana.

- ¿Cómo así que "si le da la gana"? – Le preguntó Mario imitando su voz, haciendo que Armando se irrite más.

- Así como lo oye. Ayer llamé a su casa y se negó.

- ¿Se negó? ¿Y usted como sabe?

- Porque yo estaba ahí. Yo vi cuando llegó a la casa con ese Nicolás Mora en el Mercedes Benz. Entraron, entonces llamé a la mamá y pregunté por ella. Y me dijo que no estaba. Al rato, salió Nicolás Mora y se fue en el auto muy contento.

- O sea que el carro es de él – Le dijo Mario resaltando lo obvio. Luego al caer en cuenta de lo que su amigo había dicho agregó - ¡ah, picareto! Usted con que se iba para el apartamento de Marcela ¿No? Se fue para donde betty. Bueno ¿Y qué pasó?

- ¿Y usted que quería que yo hiciera? ¿Ah? ¿Usted cree que yo me podía ir a dormir sin saber que pasó con ella? – Dijo sin pensarlo, pero luego rectificó - ¿Y con mi empresa? Sin saber que pasó con mi empresa. No, calderón.

- Hombre, cálmese. Hable con ella, pero calmado. Usted está muy explosivo hombre. Y este es un asunto de guante blanco de seda. Respire, respire.

- ¿Respire? Respire usted – le dijo enojado.

Salió de la oficina de Mario directo a la de Betty, ni siquiera se detuvo a soltar el maletín.

- Buenos días, Beatriz.

- Buenos días, doctor.

- Anoche llamé a su casa, pero usted no estaba ¿Su mamá si le dijo?

- Ah, si, si me contó. Pero es que llegué un poco tarde, doctor – le mintió Betty. – y como usted no me dejó dicho a donde lo podía llamar.

- Si, claro, claro – no podía creer lo descarada que era, lo miraba como si nada mientras le mentia en su propia cara.

- No me atreví a marcarle al celular porque supuse que estaba con doña Marcela ¿O me equivoco?

YSBLF - Un amor para la historiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora