Crónicas de angustia - Parte III

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Armando se consumía por dentro al escuchar la conversación de Betty.  Se llenaba de ira a cada minuto que pasaba. Ella le dijo que lo que le molestaba era que hubiera gastado plata de Terramoda, sin embargo, lo invitaba a cenar y para hablar de corazón a corazón. Mario le dijo que no la dejara ir, que la invitara a salir para evitar que se fuera con él, pero ni loco haría eso. Ella pensaba aclarar las cosas con Nicolas ¿No? Bueno, pues tendrá que aclararlas con él también, porque esa noche se le acababa el jueguito a Beatriz Pinzón. Cuando escuchó que el cretino ese llegó a buscarla se apresuró a salir primero, se subió a su carro y esperó a que ella saliera, luego los siguió hasta el restaurante. Los vió entrar agarrados de la mano, le buscaron una mesa y Armando se sentó en la barra, donde ninguno de los dos lo viera. Pidió un whisky y se sentó a esperar el momento oportuno para interrumpirles la velada.

- Venga para acá. – le dijo Betty a Nicolás con una cara de asesina que le recordó a él que ella pega muy duro. – Dígame una cosa, novio mío ¿Desde cuando me está traicionando con Patricia Fernandez?

- No, Betty, yo no la estoy traicionando. Vea, esa fue la primera y la última salida con ella. Salimos a hablar de negocios, una cosa de amigos, bolsa, valores, esas cosas.

- Claro, por lo mucho que domina ella esos temas.

- No crea, Betty, ella es una mujer muy inteligente.

– Pues que se iba a dar cuenta si estaba embobado mirándole las piernas.

- No solo las piernas, Betty, esa mujer es perfecta.

- Claro, solo tiene unos defecticos. – Le dijo ella furiosa – Es mi peor enemiga, pero eso a usted no le importa. Anda detrás de mi puesto desde el primer dia, pero eso a usted no le afecta. No hace sino burlarse de mí con doña Marcela. Por ejemplo hoy me echo perfume en un ojo, pero eso a usted que le va a afectar, si a usted le parece divina. Claro primero está Patricia Fernández que la pobre imbécil de su amiga que, además de pagarle un sueldo, no hace sino rogarle que usted sea su soporte, su refugio.

- Betty, usted es más importante que ella para mi – Le dijo él sinceramente.

- ¡Pues no parece!

El pleito que le armó Betty a Nicolás estuvo fuerte, ella le reclamó con toda razón. La había defraudado, y lo peor para él no era todo lo que había hecho, salir a cenar con Patricia y pagar con un cheque de Terramoda. Lo peor era haberle fallado a Betty, para él ella era como una hermana mayor. Aunque los dos tenían la misma edad, ella era mucho más madura y mas sábia que él, por eso la respetaba tanto y por eso le dolía tanto haberle fallado. Había renunciado esa misma tarde a Terramoda, se merecía el destierro y la desconfianza. Le dolería alejarse de su amiga, pero sabía que ella lo perdonaría, siempre lo hacía. De repente, cuando le estaban sirviendo el vino,  ella vio algo y se paró de la mesa, volvió dos minutos mas tarde como si fuera otra persona, ya no estaba furiosa, ahora estaba muy cariñosa, a él le parecio que se estaba volviendo loca.

- ¿Qué, Nicolás? ¿Cómo sigue?

- Mal, Betty, mal. – le respodió el muy triste – Hoy me despido de todo este mundo, de todo este sueño que usted me dio la oportunidad de vivir.

- Deme su mano.

- ¿Mi mano? ¿Cuál mano? – le preguntó el curioso.

- Cualquiera, pero démela rápido. – Él le dio la mano y Betty puso una sonrisa que lo aterraba – Nicolás, por favor, no me dejes.

- ¿Usted por que me tutea, Betty? – Le preguntó ahora mas asustado que curioso.

- Te necesito.

- ¿A mi?

YSBLF - Un amor para la historiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora