Capítulo 21

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  Tal y como habían acordado, Mark y Diana compartieron coche para llegar juntos a la oficina. Era otro punto positivo de compartir piso con Mark. Reiteraba el aprecio que sentía hacia Jamie, pero prácticamente se convirtió en el chófer de su amiga en cuanto puso un pie en el interior de la casa.

Mark entró como de costumbre, saludando a todos los presentes mientras caminaba en dirección a su despacho, mientras que Diana desaceleró un poco el paso. No tenía ganas de entrar en la oficina, sabiendo lo que le esperaba, pero tampoco quería verse en medio de habladurías sin sentido, al menos no por el momento.

Chris la vio a lo lejos, caminando con esa seriedad y timidez a las que se estaba viendo forzado a acostumbrarse. Tras saber que aquellos dos estaban viviendo juntos, no le extraña en absoluto que llegaran juntos al trabajo y, desde luego, comenzaban a cuadrarle muchas cosas.

Un poco molesto, se dirigió hacia la cafetería para prepararse un café bien cargado. Sabía que le iba a hacer buena falta.

A su espalda, oyó unos tacones acercarse a él. Por un segundo creyó que se pudiera tratar de Diana. Quizás le había visto, quizás Jamie le había comentado que fue a buscarla la noche anterior, quizás quisiera... Negó con la cabeza, sacando todas aquellas ideas de su cabeza al mismo tiempo que agarraba su vaso de papel.

Al girarse, vio a Emma detenerse frente a él, con una sonrisa ladeada.

—¿Me puedes poner uno? —aprovechó, al ver que Chris todavía seguía frente a la máquina.

Como hombre bien educado que era, no vio ningún inconveniente y pulsó el botón. Introdujo ambas manos en sus bolsillos, sonriendo de manera educada -e incómoda- a la que era su compañera de trabajo, y lapa personal.

—¿Cansado?

Chris frunció el ceño ante esa pregunta. No sabía a qué se estaba refiriendo.

—Tienes un aspecto cansado —se justificó—. ¿No has dormido bien?

—Sí —asintió con tranquilidad.

Pero lo cierto era que Emma no iba tan mal desencaminada, apenas había sido capaz de pegar ojo en toda la noche tras enterarse de la mudanza. Suspirando, le alcanzó el vaso de café a su compañera.

Era una de las típicas que no desaprovechaba oportunidad para dejar claras sus intenciones, y aquella era una situación clave para ello. Envolvió sus dedos alrededor de los de Chris, intentando crear ese calor y cercanía, sin ningún tipo de efecto en él.

—¿Sabes que puedes contar conmigo para lo que quieras? —dio un paso hacia delante.

Diana, que no hacía mucho que había entrado en la cafetería, les encontró a ambos demasiado juntos para su gusto. Torció la boca al saber que ni siquiera eran conscientes de su presencia, y se centró en Chris. Su ceño fruncido, una de sus manos en el bolsillo mientras su cuerpo intentaba echarse para atrás eran indicadores de que estaba incómodo. Y, aunque ella lo sabía a la perfección, no podía evitar sentirse molesta y confundida. Sí, le conocía y aquella era su manera de construir su muro de protección. Sin embargo, también estaba aseguro de que Chris le pediría perdón y volverían juntos, pero eso no sucedió. Desde luego no le conocía tanto como pensaba.

—¿Esos presupuestos te siguen corriendo prisa? —interrumpió— Como parece que estás tan tranquilo aquí...

Se maldijo a sí misma por emplear aquel tono al mismo tiempo que daba media vuelta y se marchaba. Ni siquiera tenía por qué estar molesta. Los dos eran personas adultas que compartieron mucho tiempo de sus vidas juntos, que se sacrificaron el uno por el otro... «Joder, y menos de un mes después ya está tonteando con otra» se apresuró a contradecirse a sí misma.

FMSD / Chris EvansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora