Capítulo 12

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   Diana había dormido de la peor manera posible. En toda la noche, se había despertado unas mil veces y había conseguido coger el sueño bastante tiempo después de despertarse cada vez, durmiendo una hora, como mucho, antes de volver a dar un brinco sobre el colchón.

Sintió a Chris deslizarse sobre la cama, lentamente y con cuidado para no despertarla. Y, poco después, oyó la puerta de la habitación abrirse y cerrarse.

Dio media vuelta sobre el colchón, sintiendo su cuerpo hundirse, como si algo tirara de ella hacia abajo para que no saliera a enfrentarse con las duras palabras que su novio pudiera dedicarle.

Tampoco servía de nada esquivar el problema.

Tarde o temprano iba a tener que salir, volver a darle las explicaciones que ya le había dado y afrontar las consecuencias como una persona adulta.

Se colocó las cómodas zapatillas de estar por casa, que Chris le había regalado dos Navidades atrás tras haberse enamorado de unas parecidas al verlas en una de sus series favoritas.

Cuando cruzó la puerta, podía escuchar a la perfección el sonido agudo y tintineante de la cucharilla chocando contra la taza, al mezclar el café. Tragó saliva con fuerza, dispuesta a encaminarse hacia la cocina, pero Chris se le adelantó.

Salió de la habitación con su larga taza azul, aún vestido con el pijama y con un aspecto cansado. Él tampoco había sido capaz de dormir la noche anterior, en absoluto.

Dedicándole una débil sonrisa, Chris apartó una de las sillas y tomó asiento en la de enfrente. Diana reconocía aquel gesto, siempre lo hacía cuando necesitaban hablar. Era su forma de pedírselo. Lo hizo cuando le intentó pedir matrimonio la primera vez, cuando le comentó que iban a tener que vender la casa del centro... Y eso hizo que sus nervios aumentaran más.

Chris la vio desanimada, con la mirada gacha. En todo ese tiempo, era la primera vez que la veía de aquella manera. Diana siempre había intentado mantener las fuerzas por ambos, pero estaba claro que haberse sacado el secreto del pecho, le había hecho más daño del que se esperaba.

—No voy a decir que no esté molesto contigo —comenzó—. Tenía derecho a saber lo que había pasado. Era mi empresa, nuestro dinero... Tenemos una relación.

Diana se sintió en parte aliviada, estaba buscando refugio desesperadamente en sus palabras. Sí, que lo dijera en presente y no en pasado le estaba dando fuerzas para continuar con la conversación.

—Has estado ocultándomelo un año y medio —puntuó—. Me gustaría poder decir que no entiendo por qué te lo callaste. Pero te conozco y sé que, por muy estúpido que suene, lo que me dijiste ayer es lo que más encaja contigo.

—Quise decírtelo —susurró—, pero tenía miedo. Al principio fue por lo que me pidió tu padre, pero luego... —suspiró— Estaba segura de que te ibas a enfadar más por saber que te había mentido tanto tiempo, que por la mentira en sí. La bola se hizo enorme, apenas podía contenerla.

Y, aunque no es hombre de recordar cosas del pasado, no pudo evitar sentir una especie de deja vu con sus palabras. Era exactamente lo mismo por lo que se separaron la primera vez: una mentira que se había alargado demasiado.

—No quería seguir mintiéndote, pero tenía miedo de que, diciéndote la verdad, acabara perdiéndote otra vez —se sinceró—. Pero tampoco me parecía justo que te alejaras de tu familia, y que yo lo incentivara porque me convenía.

—Por eso me pediste que le diera las noticias a mi madre —se rascó la barba.

Un silencio inundó la habitación. Diana tenía la cabeza gacha, sus ojos clavados en el suelo mientras Chris la miraba a ella. Sabía perfectamente que no iba a aguantar mucho más tiempo en esa situación. Y menos con ella. Lo que más quería era acercarse y abrazarla. Y así lo hizo, envolvió el cuerpo de su novia con delicadeza, mientras que Diana se quedó estática, sin saber qué hacer al verse tomada por sorpresa.

FMSD / Chris EvansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora