Capítulo 14

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  Tras haberse pasado una hora entera dando varias vueltas a la manzana, al mismo tiempo que intentaba dejar su mente en blanco, decidió volver a casa. No sabía qué situación le aguardaba tras esa puerta: no sabía si Diana se habría encerrado en la habitación, o si le había estado esperando para discutir de nuevo... Quizás ella ni siquiera se encontraba en casa y había decidido marcharse también.

Suspiró e introdujo la llave en la cerradura, encontrándose la luz del salón encendida y, tras asomar la cabeza, a Diana sentada en la mesa de la sala de estar con su portátil.

Le había oído y se alegraba por que estuviera de vuelta, pero ni hizo el amago de levantar la cabeza o girarse hacia él. Estaba demasiado ocupada intentando ordenar y teclear lo más rápido posible.

Al principio creía que estaba haciendo algo relacionado con el trabajo, pero al acercarse un poco más vio los trozos -arrugados y un poco sucios- ordenador a su izquierda. Sonrió débilmente y tomó asiento a su lado, esperando a que ella se girara hacia él, pero estaba demasiado centrada.

La agarró de las manos, deteniendo el incesante y rápido movimiento de dedos, y al fin conseguir que alzara la vista.

—Estaba intentando arreglarlo —se encogió de hombros—. Me queda solo una hoja más y ya habré acabado.

Chris asintió, sin querer decir mucho más.

—Puede que... mientras limpiaba —se rascó la frente—. Puede que Kristen dejara las hojas en cualquier sitio y yo las rompiera sin darme cuenta. Sinceramente, no recuerdo haber tocado nada, y mucho menos esto —dijo con sinceridad—. Lo importante es encontrarle una solución, de todos modos. Y espero que esto sirva.

Le dio un beso en la frente antes de volver a ponerse en pie y dirigirse a la cocina, aún no había tirado la basura.

Mientras Chris se dirigía al contenedor que había justo en frente del bloque de pisos, Diana acabó de redactar el contrato pendiente. Tras pulsar el punto que daba por finalizado el documento, pulsó el botón de imprimir y se dirigió al despacho.

En cuanto le oyó abrir la puerta, le recibió con el contrato perfectamente redactado, en limpio y sin errores. Lo revisó y, a medida que sus ojos avanzaban la lectura, su sonrisa se ampliaba. No podía creerse lo que Diana acababa de hacer.

Pero justo cuando estaban a punto de celebrar la victoria, se fijó en que en la parte posterior faltaba un detalle bastante importante: la firma de Dylan.

—No te preocupes —le aseguró—. Lo tengo controlado.

Chris la observó confundido cuando volvió a coger el contrato y alcanzó un bolígrafo azul. Fijándose en la firma del contrato destrozado, y tras copiarla varias veces en otra hoja sin usar para asegurarse de que le salía bien, comenzó a imitar la firma del jefe de su novio.

Sonrió orgullosa al darse cuenta de que, prácticamente, eran exactamente la misma firma. No tendría porqué haber ningún problema en el momento de la reunión.

Al alzar la mirada, se encontró con los ojos azules de su novio irradiando confusión. ¿Desde cuándo Diana era una experta en falsificación de firmas? Ambas eran exactamente iguales.

—¿Cómo te pensabas que conseguí trabajar tan pronto? ¿Por qué mi padre lo permitió? —replicó con diversión.

—Pues sí —volvió a ojear el contrato.

—Se enteró a los dos meses —se encogió de hombros—. Se quedó con todo el dinero, así que casi fue como si no hubiera trabajado.

Diana cerró el portátil antes de volver a ponerse en pie, encantada con la mirada ilusionada de Chris al ver que ese pequeño problema ya estaba solucionado. En cualquier caso, probablemente había sido su culpa, así que era responsabilidad suya ponerle una solución.

FMSD / Chris EvansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora