Capítulo 18

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  Tras oír la oferta de Mark, Diana tenía demasiado que pensar. Tenía claro que quería encontrar un nuevo sitio donde poder vivir tranquila, pero marcharse de casa de una de sus amigas más cercanas para irse a vivir con su jefe era algo que no la convencía demasiado. Encontraba puntos negativos y positivos en ambos lugares.

Diana miraba con atención la pantalla, intentando con todas sus fuerzas despejar su mente y concentrarse por fin en el trabajo. Ni siquiera sabía qué estaba mirando exactamente.

Miró a su alrededor, volviendo a echarle un vistazo a la oficina. No es que fuera muy grande, la agencia de publicidad en realidad era pequeña y muy poco conocida. Quizás por eso Mark estaba más estresado de la cuenta. De todos modos, estaba muy bien organizada: todos estaban divididos por departamentos, pero al mismo tiempo todos trabajaban juntos cuando era necesario.

Mientras ojeaba la oficina, no pudo obviar a una mujer desconocida, vestida con un traje de falda granate, entrando en el lugar. Caminaba con tanta seguridad y rigidez, que llegó a pensar que pudiera tratarse de alguna socia o alguna nueva clienta. Dejando viajar su mirada un poco más allá, observó que un hombre, bastante más alto, la seguía.

No reconocía a nadie.

Aunque el juego de "Quién es quién" no duró mucho en cuanto reconoció una de las caras y de los trajes. Con los labios entreabiertos y los ojos abiertos de par en par, siguió a Chris con la mirada, preguntándose qué estaba haciendo él allí. Le vio torcer un poco la cabeza, barriendo con la mirada el lugar -como solía hacer siempre que entraba en algún lugar desconocido para él. Intentando no ser vista, agachó la cabeza, escondiéndose tras el monitor.

—¿Qué miras? —le dijo a uno de sus compañeros, quien la miraba con el ceño fruncido— Ponte a trabajar.

De todos los lugares del mundo, Chris había decidido aparecer por allí. Ni siquiera había pisado la agencia cuando estaban juntos, ¿qué demonios estaba haciendo en aquel lugar ahora?

Se compadeció de sí misma. Tenía la sensación de que iba a tener que trabajar agachada, al menos, hasta que ellos se marcharan.

Un mensaje le hizo alzar la cabeza durante un segundo. Maldijo a Mark en cuanto fue consciente de que era de él. Aparte de invitarla a comer en una hora, la estaba llamando a su despacho.

Pensó, más rápido de lo normal, y recordó que el grupo de Chris no había entrado en el despacho de su jefe, así que sentenció que, en aquel momento, el despacho de Mark era un lugar seguro.

Si Chris estaba allí por un gabinete de crisis, con la empresa con la que estuviera trabajando, tenía claro que su jefe no iba a estar presente. Normalmente, de ese tipo de problemas se ocupaba Taylor, la directora de Marketing y Publicidad, ya que ella era la máxima encargada de todos los anuncios y promociones que salían del despacho al exterior.

Caminó con rapidez, alternando la mirada entre el pasillo y la puerta de Taylor, controlando que nadie saliera de allí mientras ella estuviera a cara descubierta.

—¿Huyes de alguien? —inquirió cuando la vio entrar.

Era curioso, aquello le recordaba demasiado a algo sucedido cinco años atrás, y no acabó demasiado bien para nadie.

—No, es que... —decidió dejar el tema correr— ¿Qué necesitas?

—Vamos a trabajar con una compañía nueva —comentó—. Normalmente, no habría acudido a ti. Habría llamado a Samantha, pero está de vacaciones —Diana asintió—. Son un poco especiales —la invitó a tomar asiento.

Diana estaba emocionada. Tomar el lugar de Samantha, la directora financiera, durante un proyecto la estaba volviendo loca. Era una grandísima noticia.

FMSD / Chris EvansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora