—¿Me vas a decir adónde vamos? —preguntó intrigado.
—Ahora verás.
Eran las primeras palabras que cruzaban desde que se alejaron del coche. Era obvio que estaba molesta, pero era ese tipo de enfado divertido e inmaduro, el mismo que le invitaba a seguir el juego.
Al principio parecía que se había detenido frente a un pub. El local tenía una fachada con grandes ventanales divididos en pequeños cuadrados, a la izquierda había una gran puerta doble de madera que daba lugar al interior, por no hablar del enorme letrero con letras blancas que resaltaban entre los tonos verdes oscuros.
No iba a tener tanta suerte.
Cuando entró en el interior y empezó a llegar el olor a comida a sus fosas nasales, supo perfectamente cuál era la intención de Diana. Ella conocía su opinión hacia la comida mexicana, y de todos modos le había llevado hasta allí. Quizás se lo merecía, pero desde luego no le hacía ninguna gracia. Sonriendo de manera inocente, se giró hacia él.
—¿Te rajas o quieres comer aquí?
—Si piensas que te vas a librar de mí tan rápido, lo llevas claro —respondió con seguridad.
No sabía que se iba a arrepentir de aquella frase media hora después. Diana probablemente había pedido lo más picante que pudiera encontrarse en la carta, y no lo cabía la menor duda porque cada vez que hacía anotar un plato mientras leía el trozo de papel, ella le observaba por encima de este con malicia.
Ella comía con tranquilidad mientras que él ya llevaba cuatro vasos de agua, y ni siquiera le aliviaba lo más mínimo. Pero había sido capaz de soportarlo, o al menos hacer parecer que así era.
—¿Por eso me has dado las entradas? —Chris la miró confundido— En la entrada ponía el cine y la sala. Lo tenías todo para hacerme la encerrona.
—Si te digo que sí, ¿te vas a enfadar?
Diana entrecerró los ojos, pensando la respuesta. En el fondo no estaba tan enfadada como quería creer. Le había gustado encontrarle allí, y estaba aún más encantada por estar cenando con él. Con una dulce sonrisa, ella negó con la cabeza lentamente, consiguiendo que él le sonriera de vuelta aliviado.
—¿Te gustan los tamales? —inquirió Diana dudosa.
—Están buenos —le dio un mordisco—. Aunque no estoy seguro —Diana le miró confundida—. La salsa que has pedido antes, de entrante, me ha dormido la lengua.
—Ya... —sonrió de nuevo.
Su mirada se perdió en ella y en esos labios teñidos de rojo, los cuales se alzaron hacia arriba ligeramente, resaltando todas sus facciones.
—Estás preciosa —susurró de la nada.
La había tomado por sorpresa, ni siquiera había podido controlar el rubor que estaba empezando a aparecer en sus mejillas.
Ambos siguieron comiendo y hablando, lo estaban pasando bien. Por primera vez, en mucho tiempo, se estaban permitiendo a sí mismos disfrutar el uno del otro sin boicots ni ningún otro tipo de problema. Al menos aquella era la idea, pero la cabeza de Diana comenzó a mostrar dudas. Quizás aquel día lo de la cita era falso, ¿pero y si había habido más?
—¿Has estado viéndote con otras?
Chris alzó la cabeza sorprendido ante la repentina pregunta y el tono preocupado. Tenía el ceño ligeramente fruncido, estaba preocupada. Negó con la cabeza. Para qué iba a querer buscar en otro lugar lo que ya había encontrado.
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FMSD / Chris Evans
Fanfiction2a parte de Sugar Daddy Al principio de cualquier relación, el amor parece que todo lo puede y nos lleva a cometer locuras, que en cualquier otro caso podrían resultar inimaginables. Ese es el punto en el que se encuentran Chris y Diana cinco años...