Capítulo 1 (Pt. I)

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  Todos los asistentes de la reunión se miraban de unos a otros tras la pregunta de Mark Clarkson, el director ejecutivo, sobre el gran fracaso al que se enfrentaba la empresa tras el último gran fracaso publicitario de la nueva línea de teléfonos.

Con la mandíbula apretada y la cara roja de rabia, parecía que iba a estallar en cualquier momento y, a pesar del gran tamaño de la sala de reuniones, iba a llevarse a los veinte asistentes por delante.

Lloyd alzó la mano en el aire, de manera temblorosa y dudosa, recibiendo una recriminatoria mirada por parte del gran jefazo. Sabiendo que era una mala idea, cambió de opinión en el momento y desvió la mirada.

Dos golpes en la puerta descentraron la atención del hombre que parecía a punto de perder los estribos.

Diana asomó la cabeza antes de entrar completamente, recibiendo el alivio y varios suspiros por parte de sus compañeros. Sonrió ampliamente, dando un paso en el interior antes de saludar a todo el mundo con una alegre sonrisa. Sabía perfectamente por qué estaban todos asustados y sudados, Mark era de todo menos amable cuando algo se torcía en su empresa. Gracias a Dios nunca tenía que ver con ella ni su trabajo.

Avanzando por el largo de la mesa, ojeó varios de los papeles desparramados en ella. Casi todos eran gráficos con cifras desastrosas, teniendo en cuenta el buen recibimiento de la mayoría de los spots publicitarios. Casi siempre eran tendencia.

Se acercó a su jefe con tranquilidad y paso decidido. Las facciones de Mark se relajaron un poco al verla a ella. No era algo inusual, simplemente tenía ese efecto en la gente que la rodeaba.

—El señor Von Klaus está aquí —le informó—. Flynn ha intentado convencerle para que te espere, pero no ha habido manera. Insiste en verte.

—¿Estaba muy enfadado? —inquirió en voz baja.

—No lo sé —se encogió de hombros—. Estaba hablando en alemán con ese acento suyo, así que quién sabe.

Mark suspiró, echando ligeramente la cabeza hacia delante antes de finalmente dar por finalizada la reunión de emergencia, como él las llamaba.

—Quiero una solución antes de que acabe el día —avisó.

Y, colocándose la americana, comenzó a caminar hacia la puerta por la que había entrado Diana hacía apenas segundos.

Mientras todos los demás recogían sus cosas entre bufidos y quejas, Jamie, una de las auxiliares de Marketing, sonrió de oreja a oreja al ver a su amiga dedicándole una sonrisa parecida en la que le mostraba todos los dientes.

—Deberías aparecer por aquí más a menudo —bromeó la rubia—, contonearte un poquito, jugar con tu pelo, hacerle caritas... Tú no sabes la bronca que nos estaba echando segundos antes de que tú entraras.

—Me lo imagino —rió con seguridad—. Pero no me extraña que estuviera tan molesto, el último anuncio ha sido un horror. No he visto cosa más cutre en mi vida —aseguró mientras avanzaba hacia la puerta.

—Hay que encontrarle novia —aseguró, asintiendo ligeramente mientras observaba a su jefe a lo lejos—. Desde que le dejó Tiffany está insoportable. Y encima tú te vas de vacaciones. ¿Pero qué te hemos hecho?

—Aww, que adorable me parece que os penséis que mi mundo gira alrededor de vosotros —siguió la broma—. Mi mejor amiga se casa y ni de coña me pierdo eso —volvió a reír—. Además, necesito desconectar un poco. Llevo un trote...

—Si, cuando vuelvas, te encuentras media oficina vacía porque nos hemos despedido, queda en tu conciencia.

—Podré vivir con ello —aseguró—. Te traeré una sevillanita de porcelana de recuerdo, seguro que eso te compensa.

Jamie, que hacía colección de esas figuritas, y bien evidenciado quedaba gracias a su escritorio y uno de sus estantes, asintió con una sonrisa divertida antes de darle un leve empujón a su compañera. La iba a echar de menos esas dos semanas.

—Qué envidia —susurró su compañera—. Te vas a España, con lo que me gusta a mí.

Diana sonrió ampliamente. Aunque, en su interior, no podía creerse que la misma amiga que había huido de ese país sin mirar atrás, fuese la misma que había decidido celebrar su boda allí. Sabía que Lorena era impulsiva e incoherente a veces, pero eso ya le parecía la guinda del pastel.

—¿Me mantendrás informada si pasa algo? —le pidió, cambiando de tema— Tengo ganas de irme, pero sabes que me da cosa desconectar del todo, por lo que pueda pasar.

—No te preocupes —le aseguró—. Solo te informaré si pasa algo gordo, eso sí —añadió—. Tú preocúpate de disfrutar, que ya bastante has hecho por la empresa.

Lo sabía y, aparte de ser desde siempre su forma de trabajar, en el último año las cosas no habían ido demasiado bien económicamente. Había tenido que trabajar el doble y hacer horas extras para poder pagar el piso y todos los gastos que conllevaba aquello, al menos hasta unos cuantos meses atrás.

Parecía que todo volvía a encarrilarse para ella. 

*Os regalo este pequeño cap de introducción, a ver qué os parece. Esta semana subiré la segunda parte de este capítulo

FMSD / Chris EvansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora