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Esa noche, luego de la discusión, cuando Yuuri se marchó, marcó el viejo número de su compañero de copas, lo marco mecánicamente al tenerlo bien memorizado. Él no sabía cómo habían terminado involucrados de esa manera pero a este punto ya todo estaba arruinado en cuanto a su matrimonio, no tenía caso esperar una reconciliación, había perdido toda esperanza. Quería beber, y tener al lado a quien no hacía preguntas ni le juzgaba, sólo lo dejaba hacer lo que quisiera.

Yuuri jamás volvía luego de una pelea.

Él jamás volvía.

Se sintió abrumado por la sensación de haberlo perdido todo, la única cosa que le quedaba era ese frágil lazo con aquella persona, que con pocas palabras y muchas acciones le hacía sentir que no todo era su culpa.

Ese había sido su error.

Había mirado a alguien más.

Desde hace mucho más tiempo del que Yuuri tuviera alguna noción de su traición él ya había cometido adulterio con la persona menos esperada.

No tenía cara para ver la decepción en el rostro de alguien que había puesto su plena confianza en él, por eso en cuanto Phichit le miró con una expresión desesperada él agachó la cabeza y a penas logró expresar cuánto lo sentía.

Había herido profundamente a Phichit y a Yuuri, había destruido todo con sus propias manos.

Él había jurado que le contaría la verdad a Yuuri hace meses y quería ganarse su perdón, luego, jamás volvería a tener nada que ver con nadie más, después de reconocer sus errores se esforzarían juntos por resolver sus diferencias y sacar adelante su compromiso, cuidarían de Jaqueline hasta verla crecer y la acompañarían en cada momento importante de su vida, esa había sido su intención pero aplazó tanto su confesión que acabo enredado en sus propias mentiras.

Pronto se convenció de que ni siquiera tenía que decírselo sólo tenía que saltar ese paso e intentar todo lo demás, en cambio, se había vuelto paranoico y celoso cuando alguien miraba más de dos segundos a su esposo, luego terminaría desquitándose con él, atacando sus puntos más débiles para someterlo y hacerle entender que nadie más salvo él podía aceptarlo.

A todo se sumó Isabella.

Después sintió que podía manejar su incierta relación con su amante para aliviar sus frustraciones mientras esperaba a que Yuuri estuviera listo para aceptarlo otra vez.

Miró un poco en retrospectiva recordando las cenas que organizaba Yuuri con la pareja amiga, aunque ellos aún no tenían planes de matrimonio eran respetuosos y empáticos con su vida marital, especialmente Phichit quien siempre hablaba y sonreía orgulloso de su relación, siempre desprendiendo un brillo radiante mientras ayudaba a Yuuri a colocar los platos. Aunque ambos siempre fueron cuidadosos y reservados la mirada con la que Phichit miraba a Seunggil era la de un completo enamorado, y era correspondido por los ojos ardientes de su pareja.

Unos ojos que echaba de menos.

Envidiaba ese algo que ellos tenían.

Se arrepentía por completo de ese momento en el que cruzó la línea y ninguno de los dos se detuvo, cuando repararon en ello se dieron cuenta que era demasiado tarde para intentar remediarlo sólo les restaba borrarlo de sus vidas pretendiendo que nunca había sucedido. Pero eventualmente ambos extrañaron esa extraña experiencia de cruzar los límites juntos compartiendo algo prohibido.

Cuando perdieron de vista el taxi de Yuuri se quedaron en silencio mirando el coche desparecer en la calle principal.
La mandíbula de Phichit estaba rígida por la creciente ira que le provocó el contrario de repente, sólo le restó mirar mal al contrario en un intento por transmitirle un «pierdete» antes de dirigirse hacia su coche en dónde lo esperaba Seung, recargado en el capo del vehículo mientras fumaba un cigarrillo con la mirada perdida. Hace rato que esperaba afuera mientras Phichit hablaba con Jean, no se había percatado de todo lo que había ocurrido.

DOCTOR DEL AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora