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Ya era de tarde cuando abrió los ojos, luego de haber cumplido con su compromiso con Sara se separó de ella yendo directo a casa, directo a la cama. La casa estaba en silencio, de repente se sentía un frío invernal instalado en la habitación y tuvo la noción de que era demasiado amplia, o él demasiado pequeño acostado ahí, pero se sentía demasiado poco acogedora, Makkachin y Vicchan dormían acurrucados, dentro de la cama del primero, Viktor tragó duro cuando recordó la noche anterior, cuando comprobó que nada de eso había sido un sueño y de que si había ocurrido el fatídico encuentro, se sacó las pesadas colchas de encima, bajó los pies de la cama disponiéndose a ponerse unas plantuflas pero sintió escalofríos nada más tocar el suelo. No quería admitirlo pero había sido afectado de todos modos por la malicia de Jean, aunque por lo general era un hombre que no se dejaba influir fácilmente por las palabras de otros sabía bien que esto era algo diferente, se trataba de la persona amada por lo que, dolía, recordar que alguien ajeno a él le había dado una noticia que hubiera preferido escuchar sólo del omega, le dolía como un loco, ni siquiera había tenido el valor de ver a Yuuri, no aún, porque aunque supiera lo que sabía no es algo de lo que pudiera hablar con libertad o lanzar la pregunta de buenas a primeras, y aunque fuera un hecho, aunque la realidad fuera esa, él estaría fuera de lugar si decidiera iniciar esa conversación primero. Yuuri se lo diría en su momento, pero tampoco tenía la necesidad ni la obligación de hacerlo, él no era alguien con esa importancia en su vida, se preguntó seriamente quien decidía todo eso, tampoco tenía el derecho de ser él. Nuevas inseguridades que antes parecían inexistentes comenzaron a cernirse sobre él, carcomiendo con pequeños mordiscos la confianza gigante que antes había poseído, corroyendo, lastimando cada parte de su ser de una manera que resultaba una tortura para cualquier persona.

Antes de tomar la iniciativa y levantarse por sí mismo alguien llamó a la puerta con mucha insistencia, su corazón se sintió pesado y aún así latió con fuerza al pensar en la posibilidad de que la persona que se encontraba detrás de ella era Yuuri. Corrió escaleras abajo descalzo, olvidándose del frío en las plantas de los pies. Se preguntaba si sabría enfrentarlo de manera natural, no quería mostrarse impaciente o hacer algo mal, lo último que deseaba era causarle un mal a Yuuri, por lo qué, era mejor no verse mientras encontraba el modo de sosegar a su ansioso corazón, concluyó deteniéndose de repente, su mano tembló antes de llegar a tocar el pomo pero entonces escuchó unas voces familiares que le hicieron recuperarse, sólo cuando dio un silencioso suspiro se dio cuenta de que había estado conteniendo la respiración. Aunque si bien no podía calmarse del todo, consiguió que su expresión se susvizara para no demostrar ninguna clase de malestar emocional.

──Te dije que debimos haber llamado, antes,──anunció la voz ronca y más sensata que la siguiente.

──No digas tonterías, si lo hubiéramos hecho seguramente él habría hecho lo imposible por no estar en casa ──se defendió buscando algo en su bolso──, Dios, en qué me equivoqué con este niño al edu...

La puerta finalmente se abrió y la expresión en el rostro de los ancianos se iluminó. Viktor echó una mirada antes de abrir por completo la puerta, retrocedió un paso para permitirles el acceso a sus padres, y sorprendentemente a su hermano. Las personas vestían elegantes atuendos de invierno pero sobre todo la señora Lilia, quien lucía un pulcro peinado que le restiraba la cara dándole un aspecto más severo y correcto.

──Yuri.

──Viktor.

Sus ojos feroces se posaron en él un instante, luego desfiló tras su padre pero contrario a éste, Yuri se echó cómodamente en el sofá sin esperar por una invitación, se colocó las manos tras la nuca y se preparo para el espectáculo. Ellos no se llevaban mal, pero, había algo extraño en él ese día. Tuvo un extraño presentimiento.

DOCTOR DEL AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora