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El jueves por la mañana Yuuri estaba preparando el desayuno para su esposo, como era costumbre pero se sentía inestable, tembloroso y agitado, había enviado el mensaje de confirmación al despertarse, y no tener una respuesta lo ponía nervioso de alguna manera. Su celular vibró logrando que diera un respingo, al mirar era una llamada entrante de Phichit, no lo pensó mucho para deslizar el dedo hacia la izquierda de la pantalla para aceptar.

—Phichito... —habló con voz suave, sujetó el móvil entre su hombro y su oreja mientras vertía el agua caliente en el filtro con café.

"¡Yuuri! Escuche de Seunggil que Jean aceptó ir contigo a terapia, ¿Cómo fue? No has llamado y estaba preocupado por ti."

—Um... No sé cómo decirte esto pero... —casi murmuró, podía escuchar el ruido en el piso de arriba donde estaba preparándose su esposo para ir al trabajo. Cómo iba a decirle que lo habían suspendido hace una semana.

"Sólo cuéntame, no lo pongas tan complicado"

Cuando escuchó como el mayor bajaba las escaleras Yuuri se despidió rápidamente, —hay que reunirnos, te contaré todo con más calma...

Alcanzó a decir antes de cortar la llamada, dejó el teléfono a un lado y cuando quiso volver a prestar atención a la taza hizo un movimiento mal calculado derramando el café hirviendo sobre el dorso de su mano e hizo caer la taza, soltó un chillido ahogado, Jean se apresuró a ver lo que había ocurrido pero Yuuri ocultó su herida llevándola lejos de la vista del alfa quien sólo pudo ver el desastre en la barra y el suelo, en donde estaba rota la porcelana.

—¿Qué demonios ocurre contigo? Sé más atento a tu alrededor, ¿No te lo he dicho incontables veces? —alzó la voz pero aún así ayudó a levantar los pedazos de vidrio. Cuando terminó se detuvo a mirar al nipón quien estaba congelado a un costado, —A veces eres imposible, muévete, trae las cosas para limpiar el líquido... Agh... Mira la hora, ya no tengo tiempo para esto, eres tan torpe, me largo.

Estaba molesto. Y Yuuri había cubierto sus labios para ahogar el llanto cuando escuchó la puerta al ser azotada. Ese tipo de errores era lo que más le hacía daño, sentirse inútil, causarle problemas a los demás, todo era algo que no podía manejar por sí mismo. Luego puso su mano bajo el chorro de agua fresca y limpió con jabón, como pudo logró untarse un poco de ungüento, se colocó una gasa con mala precisión, luego bebió un analgésico pero no había dejado de llorar. Sintió el calor de un abrazo en su pierna, era Jaqueline, quien se encontraba tratando de consolar a Yuuri.

—¿Te duele mucho papi? —y a Yuuri se le cayó el alma a los pies con ese gesto tan adorable, si pudiera decirle que la herida en mano era lo de menos, su corazón dolía mucho más cuando se sentía responsable de su futuro divorcio, de haber alejado a Jean con sus acciones torpes, si el temor a equivocarse no existiera estaba seguro que tendría menos accidentes diarios. Yuuri correspondió el abrazo de su hija agachándose para poder mirarla cara a cara y luego negó con la cabeza, —gracias a ti ya no me duele mucho.

La niña le tomó el rostro con sus pequeñas manos y le dio un beso en la frente provocando más lágrimas en Yuuri quien sólo pudo hundirse en ese cálido abrazo.

Había llegado diez minutos antes al café, tomó un lugar junto a la ventana porque mirar al exterior que estaba despejado le parecía agradable, era un clima fresco y seco, le parecía agradable para salir a dar un paseo en bicicleta con su hija y Vicchan por la tarde. Estaba tan perdido en sus pensamientos que no vio al hombre parado tras el cristal haciendo un gesto de saludo hacia él, fue tarde cuando quiso reaccionar pues Viktor ya había rodeado el edificio para ir hacia la entrada.

DOCTOR DEL AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora