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Viktor se mordió la uña del dedo pulgar mientras revisaba el buzón de los mensajes, se debatía entre enviar uno a Yuuri antes de ponerse en marcha, él no lo había contactado en todo el día tampoco.

Estaba sentado en el borde su cama cuando una nueva notificación apareció en la bandeja de entrada. Era un contacto que no tenía agendado por lo que no sintió la necesidad de revisarlo pero ya lo había presionado sin querer así que el mensaje se abrió.

«Hola, soy el amigo de Yuuri, Phichit... Sólo en caso de que no lo sepas, hoy es su cumpleaños, es todo, buenas noches.»

Su estómago dio un vuelco, Yuuri no le había dicho nada ni siquiera porque en la mañana habían estado desayunando juntos. Aventó su celular a la cama y empezó a cambiarse de ropa decidido.
Ese dato le incitó aún más a ir a buscarlo, aunque tuviera que dejar a sus padres solos sabía que ellos lo entenderían.

Viktor bajó corriendo las escaleras, Lilia se dio la vuelta al escuchar sus pasos, detrás de ella hervía la comida llenando el aire de un olor agradable y Yakov alzó la vista, dejando a un lado el periódico que había tomado de la mesa de la sala, Yuri fingía estar ocupado en su teléfono, el escenario le recordó a cuando eran una familia, pero eso no lo detuvo, les anunció que saldría.

──Vuelvo en un rato, se quedan en su casa ──tomó su abrigo corriendo hacia la salida ante de que su madre le arrojara sus serias preocupaciones──. Oh y, puede que está noche conozcan a alguien.

──Pero...

Todos en la casa se quedaron absortos mirando hacia la puerta que acababa de ser azotada, la noticia les dejó sin aliento, pero el más afectado parecía ser Yuri. Afuera estaba nevando y ese muchacho parecía demasiado ansioso. La mujer se mordió el labio inferior pero ahogó la angustia. Era tan testarudo como ella después de todo.

***

Yuuri dejó de forcejear, rendido, con todo el drama de hace unos momentos, su bufanda se había desenredado de su cuello, deslizándose por su hombro hasta caer al suelo, arrastrada por el viento se alejó unos metros de su dueño. Estaba quieto, respirando el olor de Jean mientras éste le abrazaba acariciándole el cabello, Yuuri estaba congelado debajo de él pensando en lo que le había dicho, a penas podía respirar, con su cara pálida y sin rastro de emociones. En ningún momento correspondió ninguna de sus caricias, ni dijo nada, parecía un maniquí frío y sobrio, congelándose bajo la tormenta de nieve, el calor de Jean no significaba nada para él, era debastador.

Él se separó un poco, evitando su mirada porque estaba seguro que notaría sus ojos vacíos y entonces le trataría mal, otra vez.

──Dejemos a Jaqueline aquí está noche, ──se preparaba para lo peor, no quería involucrar a su hija y sobretodo no quería que conociera al monstruo que era su padre, este hombre era un desconocido insensible──, vamos a la cena, luego dame algo de tiempo para organizarme y volver a la casa con ella. ¿Podrías hacer eso al menos?

El alfa asintió, la esquina de su boca se contrajo, estaba satisfecho con lo que había logrado.

El nudo que se formó en la garganta de Yuuri le escocía, era muy difícil tratar de hablar sin sentir que lloraría. Ingresaron al auto, pero Yuuri pronto sentiría conocida la ruta que estaba tomando.

──¿A dónde vamos? ──lo miró alarmado, con los ojos entornados y el corazón latiendole deprisa, tenía un mal presentimiento de todo eso.

──Vamos a casa para que te pongas algo adecuado, ──a pesar de su afán por molestarlo se relajó un poco en su asiento pensando que estaba siendo demasiado paranoico, quitándole peso a sus pensamientos negativos cerró los ojos un momento, era el mismo de siempre, no había porqué temer. Seguía siendo el padre de su hija, no lo lastimaría.

DOCTOR DEL AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora