┊ 4 ┊

605 94 23
                                    

El consultorio estaba impecable, perfectamente organizado y olía a ambientador de sandía. Tras el escritorio estaba una hermosa mujer pelirroja, tenía la barbilla recargada en las manos, una sobre la otra con las palmas hacia abajo y tenía los codos recargados en la superficie de pino, su mirada azulada parecía evaluar la situación, llevaba lápiz labial rojo en su amigable sonrisa.
—Es un gusto saludarte, soy Mila Babicheva, adelante toma asiento, —su voz era suave y de tono armonioso, Yuuri hizo una pequeña reverencia como saludo.

—Soy Yuuri Katsuki, —respondió tímidamente antes de tomar asiento en la silla frente al escritorio, tener a Viktor a sus espaldas se sentía raro, por lo que estaba siendo cuidadoso mientras escogía las palabras para responder.

—Yuuri, ¿Alguna vez has tenido asistencia nutricional? —preguntó buscando su mirada, el azabache negó con la cabeza agachando la mirada. —Ya veo, ¿Estarías dispuesto a intentarlo?

Todas las preguntas fueron dirigidas hacia Yuuri, la mujer no permitió que Viktor respondiera por él, ni siquiera aspiró a hacerlo, conociéndola no era buena idea intervenir. Yuuri tardó en reaccionar,  —S-si, —hubiera deseado sonar más firme, la perspicacia de Mila le permitió notar que parte de la inquietud en Katsuki era la intrusión de Viktor en el consultorio.

—¿Viktor, podrías salir un momento? —la mujer cambió su postura dejando ambas manos en el escritorio, una sobre la otra, Yuuri no vio cuando el europeo asintió antes de retirarse, sólo escuchó la puerta cuando fue abierta y cuando se cerró, un silencio cómodo se instaló alrededor. Mila continuó con las preguntas de rutina, le propuso una evaluación médica para asegurarse que no padeciera alguna enfermedad que impidiera sus avances durante sus asesorías, así diseñaría una dieta especial para el nipón. También le pidió pasar a la báscula clínica para determinar su altura y peso, necesitaba calcular su IMC, pretendía monitorear todo desde el inicio para estar al pendiente de sus cambios y resultados. Yuuri se mostró cooperativo aunque aún se sentía intranquilo cuando tuvo que sacarse el suéter holgado que traía encima para ocultar su cuerpo ancho.
Cuando terminaron todo el procedimiento Yuuri pudo volver a ponerse la prenda y mientras lo hacía vio a la nutricionista frente al computador ingresando los datos de su paciente.

—Muy bien, Yuuri, te daré una orden para que pases a realizarte los exámenes correspondientes, y en base a los resultados recibirás una dieta de acuerdo a tus necesidades, incluiré un plan de rutinas junto a tu siguiente cita, la enviaré por correo electrónico para que no tengas que dar muchas vueltas, —explicó mirando ocasionalmente al omega, —Y el chequeo general puedes hacerlo aquí mismo.

Cuando le entregó el documento vio que el responsable de realizar las pruebas sería el doctor Giacometti.
De repente a Yuuri le pareció un poco curiosa la relación entre los doctores que estarían a su cuidado y Viktor, sentía la necesidad de indagar porque aunque el alfa no estuviera presente tenía la sensación de que de una u otra forma terminaría siendo informado de su situación, lo cual era normal porque él era quien estaba orientándolo, necesitaba tener la mayor parte de su información pero eso le provocaba ansiedad.
Al salir de aquella estancia Viktor le esperaba de pie en el pasillo, estaba mirando hacia el exterior del edificio, cerca del ventanal con los brazos cruzados y un rostro calmado, al percatarse de la presencia de Yuuri se volvió de inmediato esbozando la sonrisa característica de él, —¿Listo? —el nipón asintió, con el pensamiento anterior ocupando por completo su mente, Viktor iba a conocer casi todo de él mientras él no tenía ni idea quién era exactamente o por qué estaba interesado en su persona para tomarse tantas molestias. Ni siquiera era consciente de la hora por estar imaginando cosas absurdas, de pronto estaba siendo creativo, le sorprendió haber creado un montón de escenarios ridículos y teorías acerca del apoyo del doctor. Al menos terminó descartando uno a uno posibles respuestas, un interés romántico era un no rotundo, ni siquiera era un omega con cualidades llamativas o encantos a favor, un interés económico tampoco podía ser, el doctor Nikiforov no parecía el tipo de persona que se aprovecha de alguien por su condición, aunque cada vez se convencía que debía mantenerse cauteloso hasta estar seguro de su propósito llevando hasta esos extremos el asunto.

DOCTOR DEL AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora