El lobo Kay

124 11 4
                                    

  Salgo de mi habitación bostezando como si fuera el rey león, cierro la puerta con la llave que siempre llevo al cuello. Después de unos pocos torpes intentos, consigo meterla en la cerradura. Y después vuelvo a meterla bajo la camiseta. Pero al darme la vuelta para dirigirme al desayuno, estampo mi cara contra alguien.

-¡Auch!-Me quejo masajeando mi pobre naricita.

-¡Lo siento!-Dice la voz arrepentida del personaje con el que acabo de chocarme.-No pensé que girarías tan derrepente.

  Miro hacia arriba, sin dejar de acariciar mi nariz, y veo que la persona contra la que he chocado es Eric. Lleva playeras negras, a juego con sus vaqueros desgastados, una camiseta blanca de algodón que hace resaltar su negro pelo y sus... Y tiene cara de estar muy arrepentido.

-Si, bueno, yo tampoco pensé que pudieras estar ahí.-No, no tengo sangre. Eso es que no es grave.

-Ya, sobre eso, habíamos pensado ir todos a desayunar a algún sitio, por variar un poco ya que no están los mayores. ¿Quieres venir?

-Vale.-Digo mirándolo sorprendida.

-Perfecto. Entonces vamos abajo, el resto ya está esperando.

  Ambos bajamos la escalera y vamos hasta la puerta principal sin pronunciar palabra alguna. Al llegar, Ines abre la puerta y todos salimos al exterior charlando animadamente entre nosotros.

  Es una alegre mañana de verano, y apenas hay tráfico. El ambiente es fresco, y el sol en la cara es muy agradable, además de que huele a tierra mojada, no sé la razón. Casi no hay personas por la calle, y las pocas que pasan parece que no se fijan en nosotros. Puede que esta ciudad no sea tan mala como pensé en un principio.

-Es aquí.-Dice Eric entrando en na cafetería. 

  El resto lo seguimos hasta una mesa bastante alejada de la puesta y que está en una de las esquinas del local. Nos sentamos y un camarero se acerca a preguntar qué queremos,y al cabo de unos minutos todos tenemos nuestro desayuno en la mesa. El mío, té y croitsan a la plancha con mermelada de arándanos.

-Bien, es hora de decidir qué hacemos con lo de ayudar a mis padres.-Dice Charlotte dando un sorbo a su café.

-¿Tiene que ser ahora?-Protesta Gabriel.-Ni siquiera he probado mi chocolate.

  Sí. Gabriel, el más original de todos, pidiéndose chocolate caliente en pleno mes de Julio.

-Ni falta que te hará hasta que se enfríe.-Replica Inés masticando un trozo de tarta de manzana.

-Sí, ahora.-Responde mi prima haciendo caso omiso del comentario de su amiga, la cual no parece ofendida.-Cuanto antes lo decidamos, antes les ayudaremos.

  El resto nos quedamos mirando fijamente nuestros desayunos. Yo lazo una mirada a Gabriel que está a mi lado, para comprobar si piénsalo mismo. Y, en efecto, así es. O nos libramos de esto, o será complicado ocultar que ya estamos buscando por nuestra cuenta.

-Sophie será quien busque por la mañana y durante la tarde. Es la mejor opción, ya que es mundana y no tiene que entrenarse, al contrario que nosotros.El reto lo haremos por la noche.-Sigue diciendo como si nada.

-Pero ya escuchaste a James...-Trata de razonar Gabriel.

-¡Me da igual lo que dijese mi padre!-Grita ella.-Él no está aquí, así que...

-Así que yo soy quien está al cargo ahora.-La voz de Eric es dura, y la mira con una mirada fría como el hielo.-Por lo cual, soy yo quién decide las cosas, y no tú. Y no me parece bien que busque ella sola durante todo el día,sobre todo sabiendo que ha llegado hace no demasiado.

La caja metálica-(Cazadores de sombras) (LCM #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora