Bienvenida al mundo de las sombras

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No he podido dormir. Me he quedado toda la noche pensando en la iniciación, en si es o no buena idea. Por un lado me encantaría ser nefilim oficialmente, como Euphie; pero por otro... No quiero dejar atrás lo que soy. No quiero acabar odiando a la gente normal, porque desde que nací he sido una de ellos.

Tras no haber pegado ojo, me incorporo, froto mis ojos y me doy una ducha. Quien sabe, hay a gente que eso le ayuda a pensar. Pero no es mi caso: estoy tan cansada que casi confundo el gel con el champú, y no será porque uno es azul y el otro rosa fosforito.

Una vez salgo del baño, me tomo unos minutos para elegir qué ponerme. Al final me decanto por una camiseta y unos pantalones cortos que están entre elegante e informal. Y también me tomo un tiempo en terminar con ello. Para cuando bajo a desayunar, ya ha pasado una hora y algo.

-¡Buenos días!- Me saluda Gabriel desde abajo nada más verme.

-Hola.-Respondo con un pequeño bostezo.

-¿Los nervios no te han dejado dormir?-Pregunta con una sonrisilla de ánimo mientras termino de bajar y me sitúo a su lado.

-No han sido exactamente los nervios.-Respondo negando con la cabeza.-Es que... No sé qué hacer. Me han dejado tan poco tiempo para prepararme... No sé si lo de las runas es lo más acertado.

-¿Y por qué no iba a serlo?

-Porque me gusta ser tal y como soy ahora.-Respondo apartando la vista y fijándola en un punto del suelo.-Y tengo miedo de que si me la pongo pueda cambiar en algo. Siempre me he sentido orgullosa de ser humana, aunque tengamos un millón de defectos, y eso no quiero cambiarlo. Pero por otra parte, si no lo hago siento que estoy defraudando a alguien. Pero no sé bien a quién.

Gabriel me abraza y me da unas palmaditas en la espalda para consolarme. Apoyo la cabeza en su pecho.

-Yo... No sé que decir.-Está contrariado.-Supongo que a ninguno de nosotros nos pasa porque desde pequeños nos inculcan que debemos llevar runas, y que eso es un honor porque nos diferencia de otras criaturas y nos hacen ser lo que somos. Pero entiendo que tú estés así.-Se separa un poco y me mira a los ojos.-Quiero que sepas que, pase lo que pase, yo te seguiré apoyando. Y también quiero que tengas claro que tomes la decisión que tomes, debes ser fiel a ti misma y a como eres. No debes dejar que los demás elijan eso por ti.

Yo asiento.

-Gracias.

Y nos encaminamos al comedor, donde mi tía nos espera con lo que creo que es una deliciosa tarta de arándanos y chocolate a la taza. Para mi bien fresquito, como me gusta.

-¿Nerviosa?-Pregunta mi tío desde su asiento presidiendo la mesa.

-Un poco.-Respondo.

-No pasa nada.-Trata de animarme él.-Lo vas ha hacer genial.

Yo sonrío y me apresuro a terminar el desayuno, no demasiado convencida con sus palabras.

Cuando terminamos, mi tío nos pide que lo esperemos en la puerta de entrada mientras va a buscar algo. Al parecer, Eric también iba a acompañarnos para los dos rituales, los cuales iban a realizarse en la residencia de los hermanos silenciosos: la ciudad silenciosa. Cuando mi tío regresa, todos salimos. Pero antes de bajar las escaleras siguiendo a los demás, me quedo paralizada: en la entrada, justo tras la verja que rodea el Instituto, espera un carruaje.

-¿Vienes?-Pregunta mi tío desde abajo.

Yo asiento, aun boquiabierta, y me apresuro a ir donde están.

-¿Vamos a ir en eso?-Pregunto nada más llegar a su altura-¿No nos miará raro la gente?

-Tranquila, está oculto por un glamour .-Responde Eric.-Nadie se dará cuenta.

La caja metálica-(Cazadores de sombras) (LCM #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora