Capítulo 1

511 75 45
                                    




Beranice

Termino de acomodar los libros en la sección de fantasía y siento como un pequeño ser se aferra a mi pierna, bajo la vista y me encuentro con Brendan, uno de los niños que se la pasan detrás de mí cuando vengo a la casa hogar ya que siempre les traigo caramelos.

- Nice, no quielo que te vayas – Dice Brendan torpemente debido a la falta de un par de dientes.

- Sabes que voy a regresar mañana a la misma hora de siempre – Digo mordiéndome el labio inferior mientras niego con la cabeza por la insistencia del pequeño a pegarse en mi pierna como una garrapata.

El niño finalmente se resigna ante mi respuesta y con un suspiro se descuelga de mi pierna permitiéndome moverme, para no dejarlo murmurando en el suelo, me agacho dándole mi último caramelo del día mientras le sonrío.

- ¿Ya terminaste de arreglar esa sección? – Pregunta la encargada, Miranda.

Asiento mientras me levanto y pongo un pequeño mechón de pelo detrás de mi oreja.

- Nos vemos mañana a la misma hora – Le digo a modo de despedida, ella me sonríe mientras camino a la recepción.

Saludo a la secretaria mientras ella me entrega mi pequeño bolso y salgo feliz ante la perspectiva de poder sentarme después de dos horas de pie en mi banca pre-selecta del parque, ideal gracias al árbol de su lado que me proporciona sombra y excelentemente bien ubicado para poder escuchar y observar al chico de la guitarra que va cada tarde.

Cuando veo mi objetivo saco de mi bolso el libro de misterio que estoy leyendo por el momento, observo que el chico ya llego y me dejo embriagar por los acordes nacientes de su guitarra.

...

Me dejo caer en mi cama mientras dejo salir el aire de mis pulmones, cierro mis ojos un momento para poder descansar y hundirme en la total oscuridad de mi habitación mientras entra brisa por mi ventana.

No se por cuánto tiempo me quede dormida, pero siento que una luz proveniente de mi ventana me molesta y sé que no es el sol ya que la luz es de color blanca, me levanto con pereza mientras me quito las lagañas, camino hasta mi ventana y quedo sorprendida.

La ventana amarilla.

Luz proveniente de ella.

El chico del parque saludándome.

Parpadeo un par de veces pensando que sigo en el mundo de los sueños, pero no, está ahí, del otro lado, delante de mí saludándome con su mano mientras me regala una sonrisa. Estoy en shock.

- ¡Hola! ¡Soy tu nuevo vecino! – Dice el chico sin dejar de sonreírme. Estoy paralizada, pero veo que empieza a verme con algo de preocupación - ¿Estas bien? – Pregunta frunciendo el ceño.

Parpadeo un par de veces dándome cuenta de que me quede estática por lo menos tres minutos.

- H-hola – Digo entrecortadamente mientras siento como mi cuerpo tiembla un poco por la vergüenza de mi pobre primer saludo al que ha sido mi amor platónico por meses.

Siento pena de mi misma.

Controlo mi respiración errática y paso mis manos por mi pelo, paso saliva e intento hacer un segundo intento de saludo.

-  Hola – Sonrío mientras saludo con mi mano - ¿Eres mi nuevo vecino?

¿Acabo de hacer esa pregunta?

Acabas de hacer esa pregunta.

El ríe un poco ante la obviedad de la pregunta y puedo notar como su sonrisa se ensancha con cada carcajada, pasa una mano quitándose una lagrima invisible y veo cómo termina inclinado con las manos en las rodillas por la risa.

Patán.

El que te hace babear.

Me resigno ante lo cierto de mi conciencia y observo al chico, se ha recuperado de la risa y me regala una sonrisa burlona.

- Sí, eso fue demasiado obvio – Digo a la defensiva mientras le regalo una mala mirada a mi obviamente nuevo vecino.

- Eres una vecina divertida, soy Eli, un placer conocerte – Dice el recién presentado, sigo a la defensiva, no pienso bajar la guardia.

- Soy Beranice – Digo cortante y con intenciones de cerrar la ventana.

- ¡Espera! – Dice Eli un poco sorprendido por mis intenciones – Tu nombre es un poco curioso, ¿Qué significa?

- Hay una aplicación que quizás no conozcas, funciona para buscar información de todo tipo – Digo mientras empiezo a cerrar mi ventana – Se llama Google – Le regalo una sonrisa irónica y fingiendo inocencia termino de cerrar la ventana con fuerza, quizás los otros vecinos escucharon, no me importa. Se lo merece, por patán.

Y bien que te trae loca.

Ignoro a mi conciencia y cierro las cortinas de mi ventana, enciendo la luz del cuarto, observo el reloj encima de mi mesa de noche, solo dormí veinte minutos, son exactamente las ocho en punto.

- ¡Hija! ¡Ya llegué! – Grita mi madre desde abajo - ¡Traje comida!

- ¡Voy! – Grito en respuesta mientras apago la luz de mi cuarto.

Bajo las escaleras, llego directamente a la cocina y allí está mi madre dejando un par de bolsas en la encimera, voltea y me hace señas para que me acerque.

- Los Ross pudieron vender la casa al fin – Menciona mi madre haciendo referencia a nuestros antiguos vecinos.

Recuerdo el pequeño altercado que acabo de tener con Eli y prefiero hacerme la sorprendida.

- ¿En serio? No me fije – Digo empezando a sacar cosas de las bolsas y sintiendo como mi cuerpo está completamente tenso.

-  Son un matrimonio con un hijo único, los vi al entrar – Menciona mi madre recargando su peso en la encimera – El chico es como de tu edad – Oh no, ya sé por dónde va – Es lindo – Termina de decir confirmando mis sospechas.

Ya sé que es lindo, llevo observándolo un par de meses, cosa que mi madre no sabe ni debe saber. Nunca.

- Madre, no empieces, por favor – Digo mirándola de manera acusatoria mientras termino de sacar las cosas de la última bolsa.

- ¿No empiece con qué? – Responde fingiendo inocencia, la sigo mirando hasta que ella suspira, rindiéndose – Bien, pero deberías intentar tan solo presentarte, siempre estás en casa y sería bueno que hicieras amigos.

- ¿Dónde dejas a Christine? – Digo defendiendo a mi única amiga.

- Cariño, quiero que te relaciones más, sabes que a ella la aprecio, pero eres demasiado asocial – Dice mi madre acercándose a mí para acariciar mi mejilla – Además, ¿Quién sabe? Podrías volverte muy buena amiga del vecino, o algo más – Añade moviendo las cejas.

Niego en respuesta ante las ocurrencias de mi madre – Tan solo lo saludare – Digo mintiéndole descaradamente.

Esto va a ser interesante.

El chico de la ventana amarillaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora