Capítulo 4

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Beranice

Entro a mi casa sintiéndome aún un poco expuesta, dejo las llaves en la mesa principal y subo a mi cuarto, aflojo la corbata y dejo mi bolso en la silla del escritorio, me acuesto en mi cama, estoy demasiado agotada como para siquiera quitarme los zapatos.

La alarma en mi celular suena, ya es la una de la tarde. Observo mi armario, decido ponerme una falda amarilla con una blusa básica, me pongo zapatos blancos y bajo a la cocina.

"La comida está en el refrigerador, caliéntala en el microondas.

Hoy tengo doble turno en el museo, así que voy a llegar tarde, cuídate.

Con amor,

Ya sabes quién soy. "

Niego ante la original despedida en la nota que dejo en la encimera mi madre. Reviso el refrigerador, saco mi almuerzo de hoy, lo caliento, almuerzo y subo a terminar de alistarme para llegar a la casa hogar a tiempo.

...

Veo la entrada de la casa hogar, reviso la hora en mi celular y suspiro tranquila al ver que llegue cinco minutos antes de las tres, subo los escalones, me recibe la misma recepcionista de siempre, como es de costumbre recibe mi bolso y me deja pasar.

- Hola – Dice Miranda al verme llegar – Tan puntual como siempre – Agrega halagándome sin saber que tengo mil alarmas para recordar las cosas.

- Hola – Saludo con una sonrisa - ¿Qué hay para hoy? – Pregunto.

Miranda me hace señas para que me ponga a su lado, cuando estoy ahí ella me deja observar su computador y veo como en la pantalla hay un anuncio de un evento anual que se realiza en la casa hogar para recoger fondos.

- Debemos empezar a organizar todo lo relacionado al evento, es dentro de un mes, pero sé que eres consciente de todo el ajetreo que esto conlleva – Asiento en respuesta recordando los dos últimos años en los que he estado y como todo se convierte en una locura.

La siguiente hora, me explica cómo es la temática de este año y me lleva al almacén donde debo seleccionar las cosas que se regalaran en el bingo que siempre hay para ese evento.

...

La alarma en mi celular me indica que ya son las cinco en punto y que mis dos horas se acabaron, quito el sudor de mi frente, estoy acalorada por el esfuerzo de mover cajas, pero satisfecha, adelante prácticamente todo el trabajo que Miranda me había dividido para que hiciera en dos días.

Salgo del almacén y voy directamente a recepción, a pesar de que no pude convivir con los niños hoy, estoy feliz al saber que lo que hice va a ser en beneficio de ellos.

Camino inconscientemente al parque, pero caigo en cuenta, aquel al que observaba y escuchaba como hobby es ahora mi vecino, no satisfecha con eso, hoy en la mañana lo vi sin camisa y él me atrapo horas después.

¿Qué tal si no voy al parque y me mudo a Suecia?

No seas cobarde, has como si no hubiese ocurrido nada.

Al fin mi conciencia me ayuda con un consejo.

Respiro y continuo mi camino, no debo cambiar mi rutina solamente porque Eli ahora vive a menos de dos metros de distancia de mí, si no voy hoy al parque como de costumbre, tan solo le demostrare lo mucho que me afecta todo lo relacionado a él, lo cual no es verdad.

Uy sí, como no.

Veo el parque a lo lejos, mis piernas empiezan a parecer gelatina, pienso seriamente en ser un avestruz y enterrar mi cabeza en un hoyo.

¿Qué te dije recién?

Entre mi conciencia y yo, queda claro quién es la valiente de la relación.

Mordiéndome el labio como manía por los nervios observo mis zapatos, alzo un poco la vista para poder saber por dónde voy en mi camino a la vergüenza, me ubico en la banca de siempre y saco el nuevo libro que voy a empezar hoy.

Me rio ante las ocurrencias del protagonista masculino de la historia y hasta que me tapan la luz no me doy cuenta de la presencia de alguien parado justo frente mío.

Alzo la vista.

Por su puesto que es Eli.

¿Quién más si no?

Te está buscando. Aquí hay amoooooor aquí hay amooooor aquí hay hay amor.

No entiendo porque mi conciencia canta mi niña bonita de Chino y Nacho, pero de acuerdo.

Regreso a la realidad y es ahí donde me percato de que Eli me observa esperando una respuesta.

¡Habla!

¿Por qué debería empezar yo? Él fue el que se acercó.

- Me tapas la luz – De acuerdo, eso fue muy agresivo, mi rostro se calienta un poco, pero Eli no se mueve de su sitio, su guitarra cuelga de su hombro y mueve los dedos por la correa de ella.

- Eres demasiado agresiva Rodolfa, voy a terminar pensando que en verdad eres un reno y vas a golpearme en algún momento.

- Los renos no existen y lo diré de otro modo, quítate – Trato de intimidarlo con la mirada, fallo horriblemente.

- ¿Entonces como le hace santa? Si tratas de asustarme, te informo que te ves muy tierna tratando de hacerlo.

Tuerzo mis ojos e ignoro la pequeña agitación de mi pulso.

Al ver que no va a moverse, decido hacerlo yo, me paro recogiendo todas mis cosas, Eli retrocede un par de pasos dándome espacio y lo agradezco, su perfume ya estaba empezando a hacer estragos en mi sistema.

Teniendo todo ya listo empiezo a caminar sin hablar o mirar a Eli, él se limita a caminar conmigo, si nuestras casas no estuvieran al lado de la otra, diría que me está siguiendo, pero la realidad es que nuestro destino es el mismo.

- Hoy no me miraste en el parque – Menciona Eli un poco dolido.

- El libro estaba demasiado interesante, además, ¿Por qué tendría que mirarte? Vengo al parque exclusivamente a leer – Miento. Lo cierto era que gracias a mi vergüenza no era capaz de despegar la vista del libro.

Me regala una mirada herida y por un momento me siento culpable.

Cuando estamos en nuestra calle nos despedimos con la mano y cada quien toma su camino.

Más tarde en la noche, alejo mi oreja del celular para evitar quedar sorda ante los gritos de Chris.

- Trata de no romperme los tímpanos – Le reclamo.

- Tú eres la única loca que actúa agresivamente con la persona por la que ha estado embobaba meses cada vez que él se acerca – Me discrimina ante lo que le conté sobre Eli.

Estoy de acuerdo con ella.

Terminamos la conversación ella regañándome y yo asintiendo ante todas sus quejas, no podía verme, pero es un movimiento automático.

Antes de acostarme me asomo por mi ventana, todo está cerrado, pienso en todos los acontecimientos relacionados con mi vecino en estos dos días, lo amable que ha sido, sus comentarios y acciones.

Quizás si he sido demasiado agresiva con él.

El chico de la ventana amarillaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora