Capítulo 22

160 16 5
                                    




Beranice

— ¿Cómo se lo vas a decir?

Miro a Chris pensando lo mismo.

—No lo sé. Acepto sugerencias.

—Es que... aah —Se acuesta en mi falda escolar —Que preciso a tu mamá le ofrezcan una oportunidad de esas justo ahora cuando al fin tienes vida amorosa es algo triste.

El que me lo recuerdo me hace sentir peor.

Cuando mi mamá me pidió que fuéramos a cenar no esperaba que en medio del postre saliera con esa noticia casi provocando mi muerte al atorarme con el pedazo de pastel que tenía en la boca.

La corbata me molesta todavía más, pero me resigno a acomodarme en el árbol y observar a mí alrededor.

La escuela no ha cambiado prácticamente nada, las estructuras siguen siendo las mismas e inclusive el color de algunas paredes ya ha ido decolorándose.

Lo que siempre me gustó fue el patio, muchos árboles donde esconderse del sol y hablar con amigos; también para preocuparse por el inminente desastre que se avecina en la vida.

— ¿Qué tal si se lo dices después del festival? —Chris interrumpe mis pensamientos.

Analizo la idea en mi cabeza pensando en los posibles escenarios.

Escenario 1: Eli lo entiende y me pide que tengamos una relación a distancia.

Escenario 2: Se enoja porque lo sabía desde antes de que fuéramos novios y hasta ahora se lo digo y me pide que desaparezca de su vida.

Escenario 3: Le da igual y simplemente me termina.

Me gusta el escenario 1.

A mí no tanto.

El tener una relación a distancia nunca me ha parecido algo agradable, es demasiado complicado y recién estamos empezando, pero duele creer que se va a acabar tan rápido.

Vida, ¿Qué tienes contra mí que no me dejas ser feliz?

—Seria días después, no quiero arruinar su experiencia.

—Te voy a extrañar.

—Yo también —Digo peinándole el cabello y reflexionando acerca de todo lo que hemos vivido en nuestros años de amistad —Siempre le voy a estar agradecida a la vida por ese pelotazo.

Empezamos a reírnos y el recuerdo viene a mí.

Hace 10 años

No quiero estar aquí. No me gusta tener que correr ni que me persigan por tener una pelota. Prefiero estar en mi cuarto leyendo a la sirenita.

Mi papá se pone a mi altura y me da una sonrisa completa.

—No hagas pucheros.

Más aprieto la boca.

Me toma de las mejillas y besa mi frente.

—Vamos pequeña, inténtalo. Si de verdad no se te da pues bien. Dame la mano.

Se la doy y empezamos a caminar por el campo donde hay otras niñas practicando. Todas tienen el pelo amarrado como yo.

Me duele un poco la cabeza.

Cuando estamos cerca del señor panzón siento que me golpean la cabeza con un balón.

Ahora si es verdad que me duele.

Me sobo la cabeza y miro alrededor para ver quien me golpeo y veo acercarse a una niña rubia que va a mi escuela.

El chico de la ventana amarillaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora