CAPITULO 2

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Siempre me he preguntado como es que las heridas físicas pueden dejar de sangrar al cabo del tiempo, el porqué cada parte del cuerpo sabe lo que tiene que hacer para que aquella herida no empeore, tus células trabajan en conjunto para crear la fina capa de piel que te ayudará a cicatrizar. Pero luego caigo en cuenta de que es solo nuestro cuerpo en constante alerta quien se encarga de ello, y aun así me atrevo a preguntarte ¿Qué tanto sabes de heridas? de esas que no se ven pero duelen, yo no conocía el dolor de aquellas heridas, hasta que ella se encargó de hacérmelas sentir.

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Parece mentira lo rápido que transcurre la mañana, los trastos se pierden por los cojines cuando me recuesto buscando un poco mas de comodidad y reviso la bandeja de mensajes en mi móvil, como lo supuse, veo que aun no recibo ningún mensaje de mis padres, cosa que me deja tranquilo porque que significa que todo esta bien o que por lo menos todo se sigue manteniendo en orden.

Estoy por darle un trago a mi bebida cuando mis oídos captan el ruido de algo cayéndose, me levanto con cuidado tratando de no causar mucho ruido y salgo aún con la pijama puesta a hacerle frente a lo que sea que estuviera esperándome, la puerta de cristal se abre cuando jalo de ella y la primera imagen que ven mis ojos me deja inmóvil. El pulso se me acelera, las manos se me congelan y mi mente reacciona.

No podía creer que lo había olvidado, hoy era cinco de Julio.

Lea estaba de rodillas sobre aquella lapida desgastada mientras la decoraba con un par de rosas blancas alrededor. No supe muy bien que hacer hasta que noté que seguía sosteniendo la puerta con mas fuerza de lo normal.

En cuanto la suelto el cristal pega un ruido que la pone en alerta provocando que se gire hacia mi y aunque estemos a una distancia considerable noto como sus redondos ojos contienen las lagrimas que me mandan un escalofrió por todo el cuerpo.

Me limito a observarla mientras ella desvía sus ojos de mi.

No ha pasado mucho tiempo pero de vez en vez noto como me mira aún confundida, esperando a que diga algo o simplemente me vaya.

Pasan los minutos y la paciencia se me va. Trato de no dudar cuando decido acercarme y aunque cada fibra de mi cuerpo me esta gritando que pare son mas grandes las ganas de estar cerca de ella, así que lo hago a paso lento mientras puedo sentir sus ojos encima de mí quemándome con cada paso que doy, observándome cautelosamente.

-¿Por qué estas aquí Neytan?-pregunta sin rodeos.

El tono de voz me hace sentir pequeño y con el cuerpo helado, ¿Sabía quién era yo?

-Eres tu quien esta en medio de mi Jardín ¿Cómo es que eres tu quien pregunta eso?

No lo dije en voz alta pero quise retractarme, no quería que sintiera que la estaba echando.

-No es la primera vez que vengo y lo sabes, de hecho me sorprende que no me echaras antes -rebate con la mirada fija.

No podía explicarle que esperaba cada cinco de Julio para ver cómo se adentraba a mi jardín cuando creía que nadie la estaba observando.

Y aunque eso me trajo problemas con mi madre pasé semanas tratando de convencerla de no quitar aquella lapida, era la forma mas certera de poder verla de cerca y no solo por el instituto.

-¿Vienes a llorarle a un gato que probablemente ya fue devorado por gusanos?-ironicé y sonreí por nerviosismo aunque dudaba que ella lo notara.

No tuve ni tiempo de disculparme porque en cuanto me escuchó se puso de pie limpiándose el resto de pasto que aun quedaba en sus pantalones. Sentí que estaba a punto de marcharse y no me pude resistir el ir hacia ella, con los nervios a tope paré solo cuando supe que la tenia muy cerca de mi.

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